En momentos no pensados, eventos descalificadores mueven la línea de nuestros horizontes y lo que parecía estar cerca, sin previo aviso se hace prácticamente inalcanzable. Mirar nuestro objetivo aun a través de las neblinas de las imposibilidades es la razón para seguir luchando, verlo pese a la oscuridad, es una señal de que será nuestro. La fe es esa antorcha que no deja que nuestro sueño se apague. Correr sobre las aguas, surfeando entre el desenfrenado oleaje, no ser un sobreviviente de la adversidad sino un adversario implacable que busca lo suyo, es la única manera de vencerlas. Creer es, por tanto, es lo sensato para quienes ya han visto que en todas las cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amo.

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