Proverbios 21:2 dice: “Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero el Señor sondea los corazones”. Definitivamente su luz es la llave que abre el ojo, pues los ojos que miran lo verdadero están en el corazón, lo que sentimos allí como hermoso no necesita filtros ni retoques, ¡es lo que es! La balanza del corazón pesa al desnudo, reconoce el valor de la esencia, lo real, lo óptimo, la contextura de cada sentimiento, desestima el adorno, lo aparente y pasajero. Busca el trigo, no la cáscara, el oro incubado bajo la roca. De modo que cuando uno mira a las personas que ama, quiere o admira, o a todas, el rostro no es más que el velo que se echa a un lado para llegar al corazón.

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