Nadie dirá las palabras que no dices, ni podría explicar certeramente lo que siente tu corazón, hablar es nuestra responsabilidad, hablar bien es nuestro privilegio. Aceptémoslo. Esperar que alguien decodifique tus sentimientos o necesidades en un gesto, cuando ha sido un proceso largo y complicado es injusto para con el otro. El silencio resuelve aquella parte donde la ira o la amargura pueden tomar ventaja, pero nunca funcionará como chantaje o manipulación; el silencio que espera el momento preciso por cobardía es nefasto. La Biblia declara que “como manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha oportunamente” Proverbios 25:11. Las palabras son vida, destino, bálsamo, conectan abismos y edifican mundos. No hables para callar bocas, hazlo para derribar muros, hacer caminos, sanar corazones y barrer límites.

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