En materia de competitividad, República Dominicana no ha alcanzado todas sus posibilidades, confirmado esto por numerosos indicadores de organismos internacionales como el Foro Económico Mundial.
Nuestro país tiene un impresionante potencial para la expansión de sus sectores productivos y para atraer inversión extranjera y local de importancia, pero existen tantas barreras y trabas burocráticas que impiden el aprovechamiento de dicho potencial que aún no estamos tan cerca de alcanzar las metas del adecuado desarrollo.

Largos y a veces interminables plazos de espera, exceso de pasos en los procesos de gestión de permisos y licencias en la administración pública, exigencias de sobornos y sobreprecios por parte de algunos servidores públicos, negligencia e incapacidad del capital humano, entre otras cosas similares, son sólo algunos de los obstáculos que empresarios locales y extranjeros han tenido que enfrentar por mucho tiempo en nuestro país, lo que evidentemente desincentiva la inversión, la innovación y la actitud emprendedora.

Es por esto que resulta tan importante el manifiesto compromiso que ha asumido el Presidente Luis Abinader con tomar todas las medidas tendentes al fomento de la inversión extranjera, y en este sentido, puede resultar interesante retomar un plan que él mismo presentó en el marco de la “Alianza por el compromiso” en 2012: Un conjunto de propuestas de políticas públicas, consistente en cuatro grandes iniciativas destinadas a eliminar las barreras señaladas, crear un clima adecuado para una libre competencia en condiciones de igualdad, propiciar la capacitación del material humano, estimular la creación de empleos y entre otras cosas mejorar la competitividad de la República Dominicana. Se trató de propuestas que incluyen piezas legislativas y entre los ejes fundamentales presentados se encuentra una Ley de Respuesta Rápida que procura sanciones positivas para el habitual silencio administrativo que caracteriza hoy muchas oficinas gubernamentales y así agilizar los procesos, la creación de un sistema de ventanilla única por institución para reducir los pasos que abultan innecesariamente muchos procedimientos, la elaboración de garantías de estabilidad para reforzar las reglas de juego y un gabinete de inversión para dar seguimiento al cumplimiento cabal de todo lo anterior.

El compromiso del Presidente, evidenciado en promesas basadas en un contenido técnico profundo y distanciado de la habitual politiquería, podría enriquecerse con este tipo de propuestas en las cuales el propio Luis Abinader trabajó por mucho tiempo con equipos de expertos. El momento manda a rescatarlas.

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