El año 2020 ha traído grandes sorpresas a la nación dominicana, comenzando por los grandes efectos negativos de la COVID-19, incluyendo el problema electoral y su secuela en el ejercicio del voto.
Sin embargo, el dominicano debe hacer valer, ahora más que nunca, su condición de pueblo, en la única brecha de derecho que le permite el sistema controlador, el ejercicio del sufragio que, aunque tiene sus defectos, muchos tienen todavía independencia para ello.

El acudir a las urnas el 5 de julio podría dejarnos una lección interesante en este contexto, pero además, probar hasta donde el dominicano protege su destino y los intereses del país. No hablo de partidos ni colores, pero si de lo importante que es ir a votar, para estar tranquilos con nuestras conciencias.

No creemos, en absoluto, en la bonhomía del sistema representativo, pero es lo que existe y sobre él, debemos mostrar hasta qué punto somos dominicanos y en el nivel valoramos nuestra soberanía.

Por esta razón pensamos, que el 5 de julio es una fecha trascendente en términos históricos, económicos y sociales, que nos obliga a pensar en los intereses nacionales, la defensa de la soberanía y advenimiento de un ciclo marcado por la libertad, la seguridad, el respeto y un justo régimen de derechos.

Sabemos que el Tribunal de Elecciones ha tenido grandes fallas, incluyendo acciones dudosas de sus componentes, pero los dominicanos debemos estar por encima de su accionar y, probar una vez más que podemos hacerlo. Y estoy seguro de que lo haremos en la Gracia de Dios.

Preciso es meditar sobre los días que hemos vivido a partir de la llegada de la pandemia, para darnos cuenta de lo poco que valemos cuando dejamos a la voluntad de los demás nuestro destino y, hasta nuestros derechos fundamentales pierden sentido, cuando están a merced de quienes sienten poco por el país y por cada uno de nosotros. Es tiempo de empoderarnos. Vamos a las urnas.

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