La situación por la cual atraviesa el país en estos momentos requiere de un ejercicio sano de comprensión y es preciso hacer un llamado vehemente a los dominicanos y extranjeros que residen en el país, sobre la necesidad de apelar ahora a nuestra conciencia.
La secuela dejada hasta el momento por la pandemia generada por el covid-19, las decenas de muertos a causa de la ingesta de bebidas alcohólicas adulteradas, los problemas de la corrupción y la delincuencia, deben constituir un motivo de peso para que reflexionemos un poco sobre lo que necesita el país de nosotros.

Tanto los fabricantes de las bebidas tóxicas como los mezcladores de diversos tipos de ron, quienes los distribuyen y venden directamente, así como los consumidores, deben crear conciencia sobre el daño que causan y poner un alto a la venta y consumo de ese veneno.

De igual manera, en el caso del virus, es preciso que sigamos observando las reglas y las medidas dispuestas por las autoridades, como el distanciamiento, la cobertura de boca, nariz, la higiene y otras, no importa que se haya inoculado o no.

La salida a las calles con prendas, carteras llamativas y otras formas de exhibir bonanzas, constituye un atractivo peligros para los rateros y delincuentes comunes, a quienes importa poco la vida de los demás, cuando cometen sus fechorías.

Cierto es, que debemos involucrarnos todos en la recuperación de la economía y la vuelta a la normalidad del país, pero también, debemos crear conciencia sobre el daño que hacemos cuando rehusamos cumplir con las disposiciones que procuran preservar la salud, la convivencia y el derecho de todos a la vida.

Es preciso, pues, hacer un llamado sincero y vehemente a los residentes, visitantes, nativos o extranjeros, para que tomemos conciencia sobre cuánto nos necesita la nación en estos momentos difíciles y de cuán importante es que hagamos un esfuerzo ahora. Pensemos en el país.

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