A propósito del lenguaje de inclusión y de la polémica que ha generado el surgimiento de “nuevas palabras” que se desprenden de los integrantes de estos grupos que no se sienten identificados con los géneros que conocemos (masculino, femenino, heterosexual, bisexual, etcétera), quise compartir en esta entrega sobre los procesos que se dan ante el uso de nuevos vocablos que nos llevan a intensos debates.

En voces de algunos lingüistas, empezar a utilizar un término le otorga la existencia a este, aunque no esté contemplado por las Academias, que tienen su proceso para integrar nuevas grafías, excluir algunas y modificar otras.

Esa es una de las maneras en que se crea una palabra nueva, pero no es la única. Según las fuentes oficiales hay otros procesos para hacerlo, aunque muchas veces las inventamos sin darnos cuenta.

“¿Cómo se crea una nueva palabra?”, es un artículo que publicó la BBC el 7 de noviembre del año 2017 y nos relata sobre lo ya expuesto en la entrada de esta entrega.

“Las palabras las vamos creando los hablantes de modo espontáneo, simplemente porque necesitamos expresar un concepto. Y si no tenemos la palabra, intentamos explicarlo o la inventamos”, cita la BBC la explicación de Javier Bezos, especialista en ortotipografía de la Fundación del Español Urgente (Fundéu).

En el escrito, bastante ilustrativo, se explica que “también hay palabras que se crean con premeditación, como ‘ningunear’ que deriva de ninguno y significa no hacer caso o menospreciar a alguien”.
Ante la pregunta de si cualquier persona puede crear una palabra, el especialista afirmó que “sí, aunque podrá o no tener éxito”.

Algo con lo que debemos quedarnos, como nos dice Bezos a través de la BBC, es que “la lengua es como un organismo vivo, siempre está evolucionando con la introducción de nuevas palabras y la desaparición de otras. No hay un conjunto cerrado y estricto de palabras como a veces se piensa que es el diccionario”.

Quise escribir esto porque, ciertamente, quienes amamos edificar en cuanto a gramática, a veces nos cerramos ante nuevos vocablos no establecidos en las academias ni en la gramática vigente, sobre todo los que han traído estos grupos tan polémicos que abogan por “la inclusión”, como son los casos de los términos “todes, elles, nosotres…” y otros más que no acabamos de asimilar, pero que son una realidad para algunos.

Lo más aconsejable, en estos casos, es entender que la lengua evoluciona y que ese sea el argumento. Se debe respetar el uso de cualquier vocablo nuevo en determinados grupos… En mi caso, no los uso, porque me rijo por lo establecido en las academias.

¡Gracias por leerme!

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