“Se está yendo la luz de nuevo y el inversor está dañado”; “Saca lo que está en la nevera y cocínalo para que no se dañe, tú sabes que tenemos problemas con la luz”; “Lava bien los tanques del agua y llénalos, sabes que solo llega tres veces a la semana”; “Durante años está dañado ese puente pero tenemos que cruzar como sea”; “Una planta más grande es lo que hace falta, esta no da”; “Pide un camión de agua que no está llegado a la cisterna”.

Este ha sido el estilo de vida de la familia dominicana por generaciones, no obstante, siempre busca una solución alternativa para resolver los problemas que dificultan su cotidianidad. Y todo es sencillo comparado a cuando nos ha tocado vivir periodos de desastres naturales, donde la solución más inverosímil para cualquier sociedad la ejecuta un dominicano.
A veces pienso hasta dónde somos llamados tercermundistas y tenemos la mira a países desarrollados durante siglos, sin embargo, la capacidad de tolerancia y manejo ante cambios bruscos a lo que están estructurados, les convierte en un mar turbulento sin brújula, generando unos niveles de ansiedad que les obstaculizan la búsqueda de solución alternativa.
Frases como: “No te apures que eso lo resolvemos”, “¡Ombe, eso no es nada!”, “¡No le des mente!”, “¡Suelta eso!”, hace denotar como si evadiesen la realidad que les envuelve, pero no se queda ahí, ya que terminan resolviendo con lo que tengan a la mano, y si no, “se lo inventan”.

Este estilo de vida nuestro, criticado siempre por todos, nos ha servido durante esta crisis sanitaria que lleva más de un año, a enfrentar la misma, aun con nuestros problemas económicos, con una mayor capacidad de supervivencia emocional, lo que al parecer ha contribuido a un mayor sistema inmunológico ante el ataque de este.

En este tiempo se hace énfasis entre los expertos en conducta humana (psiquiatras, psicólogos) el término “resiliencia”, que según su definición es la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse, luego de experimentar alguna situación inusual o inesperada.

También indica volver a la normalidad. Si vemos todo lo citado anteriormente, podríamos decir que somos una sociedad resiliente, y esta nace precisamente dentro del marco de nuestros hogares, donde desde pequeños se les enseña a tolerar las situaciones difíciles, manejarlas y seguir hacia adelante. Tremenda herramienta para estos tiempos.

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