Retornar a corto plazo a la deseada estabilidad de precios que vivió el país desde 2012 hasta los primeros meses de 2020, enfrenta complejos desafíos que incorporan elevada incertidumbre a los resultados esperados. La inflación que afecta las materias prima e insumos de diversos bienes y servicios básicos es importada, sin que existan opciones económicamente viables para contrarrestarla.
Al cierre del mes de febrero de 2021, la inflación acumulada en los últimos doce meses alcanzó 7.09%. Este indicador aún no refleja los aumentos de precios de los derivados del petróleo que han permanecido congelados durante las últimas dos semanas, a pesar de que el precio promedio del barril de petróleo West Texas, el de referencia para fijar los precios internos, ha aumentado 8.3% al 18 de marzo, respecto al cierre de febrero.

Se espera que la recuperación económica de China en 2021, proyectada entre 8% y 9%, continúe liderando la recuperación de la demanda en el sector de los commodities o bienes primarios. Aunque la política de impulso fiscal que se aplicó en ese país se calificó como moderada, expertos consideran que su acelerado crecimiento, la fortaleza de su moneda y los sólidos fundamentos de su economía, continuarán presionando al tope el precio de los commodities, incluso en los próximos años.

Por otro lado, la reciente aprobación del paquete de estímulo fiscal por parte del congreso de los Estados Unidos por un monto de 1.9 billones de dólares y la persistente política de flexibilización monetaria por parte del Banco de la Reserva Federal de ese país, ha generado preocupación entre renombrados economistas sobre la posibilidad de que los efectos de ambas políticas provoquen un aumento de la demanda agregada por encima de la capacidad de respuesta del aparato productivo de esa economía y que, como consecuencia, se generen presiones inflacionarias por exceso de demanda.

La decisión anunciada la semana pasada por las autoridades monetarias estadounidenses de mantener entre cero y 0.25%, las tasa de interés aplicable a las facilidades financieras que otorga esa entidad al sector bancario, hasta que se haya recuperado el pleno empleo y la inflación se estabilice moderadamente por encima del 2%, ha reforzado las preocupaciones inflacionarias antes expresadas.

El aumento del gasto por el impulso fiscal y las condiciones de liquidez que prevalecen en la economía de los Estados Unidos presionarían la demanda y los precios en los mercados internacionales de bienes primarios que ya han reflejado aumentos en el pasado reciente como la soya, sorgo, maíz, trigo, gas, petróleo y fletes navieros.

Adicionalmente a las presiones de precios sobre los commodities, la inflación se extendería a un espectro más amplio de materias primas y bienes finales que son importados localmente, lo que ampliaría el impacto inflacionario en la canasta del Indice de Precios al Consumidor, respecto al alcance que se ha verificado hasta el presente.

Estos aumentos de precios afectarían de manera más acentuada a la población de ingresos medio y alto con mayor preferencia por este tipo de bienes, a diferencia de lo que acontece con el crecimiento de los precios de los commodities que ha golpeado más fuertemente a los más pobres. La magnitud del impacto de estos incrementos de precios dependerá del exceso de demanda agregada en la economía estadounidense, respecto a la capacidad de respuesta de su aparato productivo.

En este escenario, es previsible que la economía dominicana siga siendo afectada en los próximos meses por los aumentos de precios de las materias primas y bienes finales importados y que esto eventualmente desborde la meta de inflación establecida por las autoridades monetarias para el presente año.

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