Parecería que la tradición extraviada del día de los Reyes Magos se esconde detrás de un día “esdrújulo” sin sentimientos del tiempo de los juguetes de los Santos Reyes. El Estado, sin hacer caso a reclamos eclesiásticos, “machuca” la usanza de siglos, lo que hemos vivido desde nuestro nacimiento y muchísimo más atrás, como hermosa costumbre de un sincretismo sano, ingenuo que alimenta la imaginación y la creencia de niños. Quizás algún psicólogo de los modernos e “inclusivo”, encuentre que produce traumas irreversibles en la criatura, lo que significaría millones de seres “deformados” por la supuesta “mentira” orquestada por la sociedad toda, como conspiración universal. El Ayuntamiento del Distrito realizó como siempre, el tradicional Desfile de Reyes, que luce contrario a la inclinación política que un inadecuado estamento legal prescribe: la Ley 139-97, que desde hace casi 26 años trastrueca los días feriados, como un monumento a la haraganería, en un país que precisa la producción para romper cadenas de pobreza y desigualdades. Iniciativa política que busca alargar las fiestas en un mes que le sobran días de asueto. La Epifanía (manifestación divina) de los Reyes Magos, fiesta cristiana del 6 de enero, corresponde a la “presentación de Jesús al pueblo pagano”. Mateo no menciona nombres ni número y la tendencia es referirse a ellos como “sabios”. Los católicos entienden, por razones de Fe, que sus restos se conservan en la Catedral de Colonia, en Alemania. El folklore criollo dice: “Lo tre reye”: Melchor, Gaspar y Baltazar, que la noche del 5 de enero traen regalos, en especial juguetes a los niños que se portaron bien en el año y carbón y pupú de caballo, a los otros. Se hacen chiquititos para entrar por debajo de las puertas, y además, supersilenciosos. Se les deja ron y en otras épocas cigarrillos, yerba y agua, para los camellos. En el cielo se ven tres estrellas del Círculo de Orión que los representan: Alnitak, Alnilan y Mintaka. La Vieja Belén, similar a la Strega Befana italiana, viene el domingo siguiente, con regalos para los olvidados, excelente ocasión para los padrinos cumplir con sus ahijados. Los místicos indican que señales extrañas indican acontecimientos mayores que combinados con nuestra naturaleza dominicana, todo lo trastocan, vemos que, si la Vieja Belén llega primero que los Reyes, hay una contradicción extraordinaria con lo tradicional. Algún legislador agudo, debería motivarse a revisar el estamento legal que induce a la transmutación de fechas, en este caso religiosa, ocasionando dos celebraciones en el año, para beneficio único de los comerciantes de juguetes. Estoy convencido de que el Día de Reyes no es exclusivo de infantes y abarca una población que, a pesar de su marcada adultez, cree en ellos. En mi carta pido Esperanzas: de un país donde la alegría del merengue armonice con la justicia social; de paz y menos violencia; de educación eficaz; de funcionarios que llenen expectativas; honestidad pública y privada; de justicia sana, a tiempo y confiable: Justicia Real. Que en ese vuelo del alma, demos realidad a los sueños trasnochados de un país mejor, repleto de oportunidades y que dejemos de ser una tierra rica, llena de gente pobre.

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