Las coyunturas abiertas por el tiranicidio, el gobierno de Bosch, el final de la guerra de 1965 y la recuperación de la democracia en los ochenta, debieron dar lugar a que emprendiéramos un proceso de desarrollo sostenible.
Huelga citar con cifras los logros desplegados por las fuerzas productivas nacionales desde que un puñado de héroes nos liberaron a tiro limpio de aquel señor de horca y cuchillo en 1961. Factores diversos nos desviaron de los saltos cualitativos que debimos dar para organizarnos como economía competitiva, crear instituciones propias de una democracia republicana, atacar a fondo la pobreza y promover el desarrollo y la equidad social.

Fallamos cada vez en trazar, pactar y dar sostenibilidad a líneas gruesas que impulsen el desarrollo integral y nos salven de una estabilidad democrática tan precaria y vulnerable como la que vivimos.

La epidemia de coronavirus 2019 ha significado un sacudimiento de la conciencia social e individual mundial, y expertos hay advirtiendo que la humanidad debe prepararse ante la venida de catástrofes similares o peores que amenacen los estadios superiores de vida alcanzados hasta ahora.

Los dominicanos nos encontramos en un momento estelar para reflexionar a profundidad, reorientar la nave nacional hacia la institucionalidad democrática, la prosperidad económica y el bienestar social.

No podemos seguir más con un sistema de salud tan endeble como el que encontró el covid-19, ni con un deficiente sistema educativo por décadas, balbuceos tecnológicos que no encadena con la producción de bienes y servicios públicos, un sistema de transporte caótico y mortal.

No podemos mirar hacia otro lado, mientras nuestros vecinos haitianos entran aquí y pululan a su antojo compitiendo por los escasos recursos que necesitan nuestras mayorías pobres.
No podemos seguir con la inseguridad en que hemos vivido. Sin un eficiente sistema eléctrico y de agua potable y corriente, carentes de un régimen fiscal que genere competitividad, desarrollo, bienestar y equidad social.

No generamos ni propagamos el Coronavirus de 2019, pero podemos aprovechar sus nefastas consecuencias para relanzarnos hacia el desarrollo integral.

Recursos tenemos, nos han faltado objetivos y buenos gobernantes que prediquen con el ejemplo.

El presidente Luis Abinader está acometiendo un vasto plan de recuperación nacional, poniendo toda su energía en levantar cada costado del edificio del relanzamiento que necesitamos.

Vi al presidente Fernández preguntar de dónde saldrán los recursos para acometer el plan de rescate nacional que propone. De cortar por lo sano la corrupción pública y de una excelente calidad del gasto público, que liberarán recursos insospechados para el bienestar social.

Con un liderazgo inspirado en tan sanos y elevados propósitos como el que exhibe cada día el presidente Abinader, tendremos abono suficiente para emprender la oportunidad de relanzar el país. ¡Adelante!.

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