Nos pasamos la vida tratando de ser felices. Luchamos por estar mejor de lo que estamos.
Nunca o pocas veces en la vida decimos que estamos en el mejor momento.

Tenemos a nuestro alrededor personas y cosas que son importantes, que amamos y necesitamos para vivir. Lo sabemos y lo apreciamos, pero el sufrimiento y la angustia por lo que no tenemos y que tanto queremos, no solo nos deja sin tiempo para disfrutar lo nuestro, sino que también nos impide ser felices y hacer felices a quienes nos rodean.

Hace tiempo escucho, sobre todo a las personas que profesan de manera sincera y no tan sincera su fe cristiana, decir: “más que pedir, agradecer por todo”.

Sé, porque me ha pasado, que algunas personas están profundamente tristes, que han perdido a un ser amado y por lo tanto no entenderán que una persona les diga que debe agradecer a la vida o a Dios por el tiempo que compartió con quien ahora partió. No lo entenderá y es comprensible.

Alguien que ha vivido una desilusión, que ha perdido su empleo, que tiene un hijo gravemente enfermo o que no sabe de dónde sacará el dinero para poner comida en la mesa y alimentar a su familia, es muy difícil que se ponga a agradecer, aun cuando más de uno le diga que las cosas pueden ser peores.

Sin embargo, debemos saber que el trayecto del camino al que llamamos vida, es una constante de buenos y malos tramos.

Que existen vías donde el tránsito es más ligero, la pista está bien pavimentada y nos permite andar con más libertad y a mayor velocidad, seguros y confiados en las condiciones de la autopista.

Pero otras veces debemos bajar la marcha, ir con más cuidado, si no estamos preparados para los hoyos y tramos rotos, las consecuencias pueden ser terribles.

Aun cuando los seres humanos nacimos para vivir en sociedad, comenzando por nacer, vivir y más tarde procrear una familia, la lucha por avanzar y lograr es individual, por lo tanto, mientras no nos dejemos vencer por la adversidad, mientras podamos contar con el amor y la comprensión de las personas que amamos, mientras contemos con salud para iniciar y concluir cada día, más que pedir algo más, es propicio agradecer y también valorar.

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