Seguro que más de una vez, es más, cientos de veces, han escuchado que siempre se debe tratar todo hasta el final.

Luchar por alcanzar una meta, velar por el futuro de los hijos y de sí mismos, apoyar a los seres queridos, trabajar por lo que se desea, a todo esto se estimula a la gente, claro, siempre terminando cada incentivo con la frase “hasta el final”.

Lo que no parece estar muy claro, es cuál sería el final o cómo saber identificar las pistas que indicarían que se está llegando hasta ahí.

Esa, quizás sea la razón de tantas cosas inconclusas, de tantos sueños truncados, de tantas derrotas, que se transforman en fracasos.

No saber exactamente cuando ya no hay nada que hacer o cuando, por el contrario, se está a mitad del camino, y por ende, se cuenta con un tiempo valioso para retomar impulso y seguir adelante con mayor fuerza y determinación, es, a lo mejor la causa de esos fracasos.

A veces, dependerá de la causa, de aquello que sea el motor que encienda cada día los anhelos de una persona para alcanzar sus sueños, o simplemente para lograr sentirse cómodo y feliz con las persona que es.
Otras veces, no saber que el tiempo se acabó, que ya no hay más chance, que no importa lo que se haga, lo que se dé o se sacrifique, ya nada será posible, hace que se pierda la oportunidad de iniciar en otro lado, con más entusiasmo y una mayor experiencia, gracias a lo vivido antes.

Lo cierto es que ha faltado agudeza o sinceridad para saber si se está a mitad o al final del camino. Demasiado orgullo para admitir que se ha perdido, demasiada indulgencia para reconocer que no se actuó de manera correcta, poca humildad para pedir otra oportunidad.

Luchar y esforzarse hasta el final debe ser la norma, no la excepción.

Del mismo modo, sería de gran ayuda, entender que la vida es una cadena de eventos y etapas y que el ser humano es testigo de muchos comienzos y muchos finales a lo largo de su existencia.

Cada final marca un nuevo comienzo. Cada vez que concluye un ciclo, una etapa, inicia otra que pondrá a prueba toda la experiencia adquirida.

Cada final, el cierre de todo ciclo, deja abierta, de par en par las puertas a una nueva etapa. El final al fin y al cabo, es sólo el comienzo.

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