En un país en donde no estamos acostumbrados al retiro, dónde no creemos en el relevo, ni en delegar, por temor a que otros hagan las cosas tan bien o mejor de como las haríamos nosotros.
En una sociedad en la que impera la cultura de mantenerse al “mando” a como dé lugar, que lucha por alcanzar, ejercer y retener el poder, resulta inaceptable que llegue el momento en que alguien deje una posición influyente, porque desee vivir una vida sencilla.

Es increíble, sobre todo, cuando quien decide retirarse es alguien con tanto que aportar.
Este es el caso de Osvaldo Santana, quien anunció su retiro de la dirección del diario elCaribe, del cual estuvo al frente por 15 años.

La costumbre de ver desgastarse a los líderes en la política, el arte y las empresas, sin abandonar o ceder sus espacios, nos ha hecho creer que el retiro solo existe en el deporte, por cuestión de destreza física.

Sin embargo, don Osvaldo cree en el relevo y se ha manifestado a favor del retiro a una edad en que las personas puedan disfrutar del fruto de años de trabajo.

Aun así, no me lo puedo imaginar como un simple lector, sin un bolígrafo en la mano corrigiendo alguna falta material o terminando de dar sentido a alguna idea Inconclusa.
Sé que como yo, muchos piensan que pudo haber esperado un poco más, sobre todo, en tiempos en que el oficio periodístico se encuentra en una profunda crisis de valor, de credibilidad, de agudeza y profundidad.

Pero él está en su derecho, además deja un diario con un sólido prestigio y una bien ganada credibilidad, sumado a un equipo eficiente que ha sabido responder en medio de grandes adversidades.

De don Osvaldo, una generación, a la que llamo privilegiada y en la que me incluyo, aprendió que es posible hacer un periodismo de calidad, confiable y crítico, honesto y valiente, respetuoso de la dignidad humana, de solidaridad con las causas más nobles.
Don Osvaldo es la muestra de que para ejercer la dirección, (él jamás aceptaría que escribiera ejercer el poder) de cualquier empresa, no es necesario avasallar, imponerse sin mayores razones que por ser el director.

En lo personal, nos enseñó que la humildad y el buen trato son cualidades indispensables en un profesional de sus excelentes cualidades.

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