La frase que reza: “Todo es según el color del cristal con que se mire”, es totalmente apegada a la realidad.

La actitud y la mentalidad con las cuales enfrentamos y afrontamos las situaciones, siempre serán las que determinarán el resultado final.

Mientras más positivos y optimistas, más fácil será nuestro tránsito por esta vida.

Mientras más tolerancia mostremos hacia los demás, más tolerantes serán los otros con nosotros.

En la medida en que reconozcamos los derechos de los demás, en esa misma medida nos serán respetados los nuestros.

Cuanto más nos inclinemos hacia la justicia y la verdad, más justas y honestas serán las personas que nos rodean.

La vida es como un espejo, a veces, solo nos devuelve el reflejo de nuestro propio ser, de nuestros mejores y peores sentimientos, de nuestras buenas y malas acciones. Solo eso.

Nos quejamos y creemos no merecer ciertos malos momentos o períodos de tiempo, sin embargo, no es otra cosa que la cosecha de lo que sembramos antes.

Lo cierto es que las cosas son como son, pero para nosotros son peores y esto ocurre porque la realidad es, muchas veces, justamente como la vemos, como la percibimos y siempre será mejor o peor por la actitud con que la enfrentamos.

Primero, si vemos todo lo malo, lo negativo, las puertas cerradas, los caminos truncados, la falta de oportunidades, vamos a darnos por vencidos antes, si quiera de intentar luchar.

Después, si por un asomo de valor, nos decidimos a intentarlo, llevaremos las de perder, pues nuestra visión del mundo nos hará sentir que no importa cuánto hagamos, nada cambiará.

Un día le pedí a una amiga que casi nunca sonríe, que hiciera una prueba de cambio de actitud. Ella aceptó. Esa mañana, la acompañé al banco, le pedí que sonriera y fuera amable con el personal de servicio al cliente. Ella así lo hizo.

Recuerdo que el joven que la atendió, fue en extremo amable y eficiente, antes del último servicio solicitado por mi amiga, el joven le dijo que era imposible no hacer todo por complacer a la persona más simpática y agradable que había atendido en las últimas semanas.

Al salir de la institución financiera, las dos nos miramos y mi amiga me dijo que ese día había tenido que admitir que en la vida todo es cuestión de actitud y que los demás, en la mayoría de los casos solo nos devuelven lo que nosotros les hemos dado en algún momento.

Lo mismo que antes entendimos justo para otros, pero que ahora se torna sencillamente inmerecido cuando nos es dado a nosotros.

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