El análisis de que ganada la reelección Luis saldría perjudicado es incorrecto porque no se trata de un dilema personal sino de una trascendente coyuntura nacional en la que el electorado decidirá si profundizamos y ampliamos los cambios iniciados por el presidente, o retrocedemos al pasado de corrupción, impunidad y descalabro institucional PLD-FUPU. La reelección trasciende al beneficio o perjuicio de Luis, porque mientras los gobiernos del pasado reciente estuvieron integrados en buena parte por funcionarios hoy sentados o que deben ir al banquillo de los acusados, en esta gestión han quedado fuera del Gobierno servidores apenas señalados por el rumor público.

Trasciende la reelección a Luis porque mientras que los Abinader Corona tienen por protocolo que las empresas familiares no hacen negocios con el Estado, de los gobiernos del PLD hay allegados y familiares del poder señalados en ilícitos para estafar el patrimonio público.

Abinader dio a conocer la impronta de lo que sería su mandato cuando desde antes de ser presidente se negó a participar en el reparto partidista de instancias de arbitraje social y regulación del estado, para favorecer intereses político-empresariales. A diferencia de ese derrotero de secuestro institucional, que colmó de altos directivos del PLD a la Junta Central y al Tribunal Superior Electoral, a la Procuraduría General de la República, Suprema Corte de Justicia y Cámara de Cuentas, Abinader rechazó que el PRM fuera parte de ese festín e hizo lo posible para que esas entidades quedaran integradas por ciudadanos identificados con la norma y el interés social, como en gran medida ocurre hoy.

Una clara profilaxis se viene produciendo en la actual administración gubernamental, regida por el Ministerio de Administración Pública, direcciones generales de Ética Gubernamental, Compras y Contrataciones Públicas, Presupuesto, Contraloría General, Contabilidad Gubernamental, Procuraduría General de la República y Cámara de Cuentas, y el celo directo del Presidente para que las cosas se hagan como manda la ley. Esos cambios superestructurales permitirán darles mayor envergadura a las transformaciones infraestructurales que demandan los enormes niveles de desigualdad y exclusión social dejados por las dos décadas perdidas de gobiernos del PLD.

En medio de las más graves dificultades de todo tipo a que la pandemia de Covid y la guerra en Europa han sometido al país, Luis Abinader ha mostrado extraordinaria capacidad de trabajo y honestidad a toda prueba, que han generado confianza y fe en el futuro, evitando la deriva y crispaciones que afectan hoy a otras naciones.

Probada ya esa determinación de superar el atraso, dejar atrás el retroceso y orientar el rumbo del país hacia nuevas sendas de esperanza y bienestar, la reelección de Luis en 2024 trasciende incluso a su libre albedrío.

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