En la madrugada del 25 de septiembre de 1963, horas después del golpe de Estado, el entonces secretario de Finanzas, Jacobo Majluta, visitó al depuesto presidente Juan Bosch quien se encontraba detenido en su despacho del Palacio Nacional.
Majluta, de 27 años, nunca olvidaría la reacción de Bosch, según me confesara en las varias entrevistas que sostuve con él durante la investigación para mi libro sobre el golpe.

Al cambiarse de prisa, Majluta se había puesto chaqueta, pero no llevaba corbata. Bosch le dijo al apretarle la diestra:

“¿Por qué no tienes corbata?” “Porque ya estamos tumbados”.
“Cuando un hombre cae debe tener su mejor traje puesto”, le dijo Bosch, que vestía un traje oscuro, de muy buen corte, con el que había asistido la noche anterior a la recepción en honor al vicealmirante Ferrall (de Estados Unidos, de visita en el país).

Majluta preguntó a Bosch si el partido debía emprender una campaña de resistencia. La respuesta que obtuvo fue la de que eso “provocaría un baño enorme de sangre” (*).

Fabio Herrera Cabral, quien se desempeñaba como secretario Administrativo de la Presidencia y estuvo en esos momentos críticos muy cerca de Bosch, insistió en nuestras muchas entrevistas que idéntica expresión escuchó decirles a otros dirigentes del gobierno derrocado que fueron a verle horas antes y después del golpe.

El golpe de Estado. Historia del derrocamiento de Juan Bosch. Miguel Guerrero. Pág. 197.

Primera edición, febrero de 1993. Editora Centenario.

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