Hace unos días, el Senado de la República, con la presencia del presidente, vicepresidenta, funcionarios y empresarios, le realizó un muy merecido reconocimiento a José Luis Corripio.

Cuando en este país se menciona la palabra “Pepín”, todos sabemos a quién nos referimos. Su aporte, tal y como lo mención el ing. Eduardo Estrella, presidente del Senado, en favor de la cultura, la libertad de expresión y respeto a los derechos humanos, han sido de enorme relevancia para el país.

Si el ingeniero Estrella hubiese sido suplidor del Sr. Corripio, hubiese agregado sus grandes dotes de negociador. Yo he tenido el placer de mejorar mis técnicas de comprador con los interesantes regateos de precios con él.

Sólo una vez creí haberle ganado, estaba en un crucero por Noruega y negociábamos una rebaja de un centavo de dólar, después de mucho regatear llegamos al acuerdo de medio centavo para cada uno. Yo muy contento le dije a mi esposa “le gané a Pepín medio centavo”, pero mi felicidad fue efímera cuando me llegó la cuenta de teléfono.

Quienes conocieron a sus padres don Manuel y doña Sara, reconocen que heredó las cualidades de los dos. Esa tremenda memoria de don Manuel y la tenacidad de doña Sara.

Desde muy joven conocí a Pepín, siempre me cuenta que un día trataba de salir de la piscina de mis tíos Celso y Teresa y él se acercó a ayudarme y mi mamá le dijo: “Pepín no, para que aprenda a valerse por sí mismo”. Esas son las experiencias positivas que aprendemos de nuestros mayores.

En su discurso ante el Salón de la Asamblea Nacional decía que “son muchas las circunstancias favorables que el destino pone en las manos”, es muy cierto, pero lo es más aún, el que se debe tener la capacidad para saberlas aprovecharlas y que se debe recordar que cada día la propensión marginal a quebrar es alta y que se cobra menos de lo que se gasta. Ambas situaciones José Luis Corripio las ha sabido sortear con inteligencia.

Siempre he admirado su capacidad, pero más que eso su sencillez. Tiene siempre una palabra amable y un consejo. Sus colaboradores cuentan que es el primero en estar pendiente de sus alegrías y penas.

Reconozco el equilibrio con el que ha manejado un emporio de comunicación, balance que ha servido al país para sortear muchas situaciones que han puesto en riego la estabilidad democrática de la nación.

Dentro de sus experiencias, hay una que recuerdo son cierta picardía, me contó que cuando estaba organizando la salida a la luz pública del matutino Hoy, el dueño de otro importante matutino, tratando de no tenerlo de competidor, que no es fácil, le dijo que ese no era un buen negocio y tampoco era como los negocios comerciales a los que estaba acostumbrado Pepín, que la inversión se recuperaba a los cinco años. Respondió: “Qué feliz noticia me has dado, yo pensaba que el plazo sería de diez años, ahora sí me apuro de verdad”.

Para aquellos que creen que el camino de hacer fortuna es fácil, les copio este párrafo del discurso del Sr. Corripio que todos los emprendedores deben tener grabados en una esquina de su oficina “predicando con el ejemplo, más que exigir, ayudar; más que corregir, enseñar; sin olvidar que, así como el trabajo, la disciplina, la constancia y el ejemplo constituyen piedras fundamentales del éxito, este ejemplo constituyen piedras fundamentales del éxito, este siempre recibido con cautela y humildad, pues nunca se debe olvidar que la misma escalera por la que se sube, es la misma por donde quizás se tenga que bajar.”

Me encantó ese párrafo porque a mis colaboradores les digo algo parecido para que el éxito no se les suba a la cabeza y a mis amigos que incursionan en la política les recomiendo que no permitan que el nivel freático le suba a la cabeza.

Hace unos días lo visité en su oficina y le decía que él simbolizaba el éxito de los tantos inmigrantes que llegaron e hicieron de este bello país el suyo. Mis abuelos, especialmente Celso, porque Constantino no puede disfrutarlo, murió siendo yo un niño, me contó sobre su viaje de Asturias a Puerto Rico, para luego decidir vivir aquí. Una pequeña maleta que más que ropas eran sueños lo que contenía.

José Luis Corripio ha sido un hombre de éxitos indudables en los negocios, pero su mayor éxito es la bella familia que ha forjado junto a su esposa Ana Maria, hombres, mujeres y niños, que reciben una herencia que más importante que el dinero, son los principios, la seriedad, la honestidad que de Pepín han recibido.

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