Innecesaria guerra por las ventas de combustibles

En la década de 1880, se originó la famosa “guerra de las corrientes”; donde, de un lado estaba Thomas Alva Edison, inventor de la corriente eléctrica directa, que ya comenzaba a extenderse por Estados Unidos y Europa

En la década de 1880, se originó la famosa “guerra de las corrientes”; donde, de un lado estaba Thomas Alva Edison, inventor de la corriente eléctrica directa, que ya comenzaba a extenderse por Estados Unidos y Europa, y del otro lado estaba la Westinghouse, que había adquirido los derechos de las patentes de la corriente alterna ideada por Nikola Tesla; ya que Edison, hombre muy inteligente, hacía una amplia campaña en contra de la corriente alterna, alegando que la gente se electrocutaría usando corriente alterna, pero que no se electrocutaría usando corriente directa, pues Edison sabía bien que la corriente alterna de Tesla tenía mayor futuro, en vista de que las pérdidas en transmisión eran menores, y en vista de que para aumentar la potencia era suficiente subir el voltaje, sin tener que subir la intensidad de la corriente, porque la potencia es fruto de la multiplicación del voltaje por la intensidad de la corriente (P=V x I), y porque el voltaje puede ser subido mediante el uso de un transformador sin necesidad de motores adicionales.

El tiempo pasó y el mercado consumidor prefirió la corriente alterna de Tesla en lugar de la corriente directa de Edison, no obstante las graves amenazas de Edison de que los usuarios de la corriente alterna se electrocutarían al hacer contacto con los cables eléctricos domésticos, pues en realidad las leyes del mercado terminan siendo pautadas por los consumidores que pagan para adquirir bienes y servicios, y prueba de ello es que marcas mundialmente muy famosas han desaparecido del mercado por no llenar las expectativas de los nuevos mercados, mientras marcas emergentes se han adueñado de gran parte de esos nuevos mercados, por saber satisfacer los requerimientos de los nuevos consumidores que migran hacia los servicios más convenientes.

Y así como en la década de 1880 hubo una “guerra de las corrientes”, ahora en la Rep. Dominicana estamos al borde de una innecesaria “guerra de los combustibles”; pues, de un lado están los distribuidores de combustibles líquidos (gasoil y gasolina), que han visto la urgente necesidad de incorporar combustibles gaseosos (Gas Natural y GLP), en su oferta de servicios, para un mercado que gradualmente va migrando hacia los combustibles gaseosos menos contaminantes; y del otro lado, están los distribuidores de combustibles gaseosos, que en su aspiración de mantener el control total del mercado del gas, han dicho que permitir la venta de combustibles líquidos y gaseosos en una misma estación pondría en peligro la seguridad de toda la población, y para dar señales de que eso sería una realidad, se hacen eco de cada accidente de tránsito que incluye incendio cerca de cualquier estación de expendio de combustibles, pues de manera extraña cada mes tenemos un importante incendio cerca de una estación de expendio de combustibles, siendo el más reciente el gran incendio de unos almacenes de electrodomésticos ubicados cerca del km 12 de la autopista Duarte, en Santo Domingo, curiosamente justo al lado de una planta de gas.

Pero la peligrosidad de una actividad no depende de lo que se hace, ni dónde se hace, sino del nivel de seguridad con que se hace, pues muchas veces resulta más peligroso bajar corriendo las escaleras de la casa que lanzarse desde un paracaídas observando las máximas reglas de seguridad del paracaidismo, al extremo de que anualmente ocurren más accidentes en escaleras domésticas que los pocos y lamentables accidentes en paracaidismo; del mismo modo que anualmente ocurren más accidentes de motocicletas que accidentes de automóviles, porque los conductores de motocicletas irrespetan las reglas de tránsito y las reglas de seguridad, del mismo modo que anualmente ocurren más accidentes de automóviles que accidentes de aviación, porque en la aviación es obligatorio seguir las máximas reglas de seguridad aérea impuestas por las agencias reguladoras y aplicadas por estrictos controladores aéreos.

De ahí que si el Ministerio de Industria y Comercio decidiere establecer un nuevo reglamento para permitir la comercialización de combustibles líquidos y gaseosos en una misma estación de expendio, no habría razón alguna para expresar preocupación por el aumento de accidentes incandescentes en las estaciones de expendio de combustibles, pues ese nuevo reglamento implicaría mayores niveles de supervisión en todas las estaciones de expendio de combustibles, lo que se traduciría en menor cantidad de accidentes de manejo de combustibles, toda vez que hasta ahora la mayor cantidad de incendios preocupantes se han producido en estaciones de expendio de combustibles gaseosos y esos incendios generalmente son causados por descuidos y excesos de confianza del personal responsable del despacho y del personal a cargo de la operación y el mantenimiento de los equipos, y todo eso se reduciría con un nuevo protocolo de operación y una nueva normativa de seguridad para todas las estaciones de combustibles.

Aunque Edison fue un hombre muy respetado por su capacidad de invención y por sus grandes servicios a su nación y al mundo, sus alertas de que la población se electrocutaría si decidía usar corriente alterna no prosperaron, pues la gente siguió transitando tranquilamente por el sendero de la confianza y de las conveniencias de la población, ya que es el consumidor, y no el miedo, quien finalmente termina estableciendo las reglas de juego de aquellos mercados que en una sociedad justa buscan el bienestar común a través de mejores servicios con mayor accesibilidad y facilidad.

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