En el día de hoy la Alcaldía de Santo Domingo Este estará realizando un justo homenaje a Fernando Rodríguez Montán, el querido Papito de siempre, con la inauguración de un mural y la designación con su nombre a la calle principal de la urbanización Juan Pablo Duarte, de la Charles de Gaulle, lugar donde vivió sus últimos años.
Fernando Rodríguez Montán fue un destacado luchador social, un dirigente sindical histórico, un militante político del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, del Movimiento Popular Dominicano y del Partido de la Liberación Dominicana, un defensor de la libertades públicas y denunciador de los abusos y crímenes cometidos en los 12 años de Balaguer, por lo que fue apresado y maltratado en varias ocasiones, un líder sindical de primera línea, destacándose en la dirección de Foupsa-Cesitrado, el Sindicato de Trabajadores Telefónicos y la Central General de Trabajadores, y un hombre lleno de sentido de justicia y de entrega por los demás.

Este reconocimiento a Fernando Rodríguez fue aprobado por la sala capitular de Santo Domingo Este, desde la primera gestión de Juan de los Santos, pero no se había podido implementar. Y por esas bellas cosas que nos regala Dios, se está implementando en la gestión del alcalde Manuel Jiménez, un amigo entrañable de Fernando, un hombre forjado políticamente bajo las enseñanzas de Fernando, con quien compartió muchas luchas sociales y políticas, y soñaron juntos construir una sociedad justa y solidaria.

Fernando Rodríguez, el siempre querido papito, fue un ser humano cariñoso, amoroso, sembrador de valores, ejemplo de dignidad e integridad. Para mí, Papito fue un segundo padre. Mi padre biológico, Máximo Cabral, Pito, fue un maestro y guía para alcanzar la preparación académica y crecer en la búsqueda de la justicia social. Y cuando perdí a Pito, llegó a mi vida Papito, como yerno, padre de mi esposa Zinayda, y como un nuevo padre para mí. Papito fue un estímulo y ejemplo para aprender a defender lo correcto, para sembrar valores morales y éticos, y para luchar por la transformación social.

Papito fue un luchador revolucionario ejemplar, un activista social y político consecuente, y un defensor de las mejores causas del pueblo dominicano. Fue un padre ejemplar, que amó y protegió siempre a su esposa Lidia, que formó a sus tres hijos, Zinayda, Nandin, Paqui, y Junior, el sobrino que crió como un hijo, en valores, en integridad, en responsabilidad, en servicio, en entrega por los demás y con amor a la patria. Fue un modelo a ser imitado por sus nietos, Amelia, Cheizi, Zinayda Nais, Yurito, Yara, Tommy, Yira, Johanny, Johanna, Ariana y Gianna. Y un referente para enseñar a conducirse por el camino correcto a sus biznietos Ianna, Juan Fernando, Isabella, Pablo y Oscar.

Gracias Papito por tu ejemplo. Gracias por formar y mantener una familia llena de valores, de respeto y de amor por los demás. Gracias por estar siempre presente en cada situación y enseñar con tu propio ejemplo como caminar por un sendero lleno de honradez y alejado de las acciones corruptas o malintencionadas.
Gracias, Papito, por permitirnos no llenar nuestras corazones de odio ni rencores, y apoyarnos cuando decidimos tomar el sendero que nos señaló Jesús, para nunca cansarnos de hacer el bien y de amar a los demás.

Gracias, Fernando Rodríguez Montás, por modelarnos con tu vida. Gracias, Papito, por tu amor, tu protección y por iluminar el camino de nuestros sueños por siempre.

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