Todo gobernante recibe un mandato por sus gobernados, en un sistema democrático. Eso no se supone, se sabe porque debido a ello se celebran comicios electorales para también elegir congresistas y autoridades municipales. Ese mandato tiene un término y sólo puede renovarse cuando y como las normas constitucionales y legales lo establecen.

En las normas constitucionales se establecen los procedimientos para revocar ese mandato. En nuestras normas se establece el juicio político, procedimiento a cargo del Congreso Nacional.
En la estructura institucional y poderes del Estado dominicano, se prevén cargos públicos de elección indirecta; es decir, que no es por un evento de elección popular y directa con el sufragio del pueblo o parte de él. Algunos de esos cargos de elección indirecta pueden ser revocados por juicios políticos igual, como los de la JCE, Cámara de Cuentas y otros. Los designados por decretos presidenciales, se destituyen por otro decreto.

Estas explicaciones vienen a cuentas porque en el argot popular se dice con frecuencia “a Minguito dale un carguito” y ya sabemos de lo que se trata. Esa persona se le olvida que tiene un mandato y que un día sale del cargo.

En los mandatos de gobierno de Danilo Medina, este creyó que nunca saldría del cargo; así se comportó y lo hicieron un buen número de sus funcionarios. Para limitar su permanencia conforme el mandato constitucional y sacarlos del Poder, hubo de producirse una fuerte crisis política.

En el actual mandato otorgado al PRM, tanto para las funciones del Poder Ejecutivo, entiéndase ministerios y direcciones generales, así como para el Poder Legislativo, algunos funcionarios están repitiendo incoherencias y desafueros como los que les fueron censurados al mandato anterior de Danilo Medina; desde nepotismo al favorecer familiares, tráfico de influencia, etc.
Si el presidente Abinader no detiene a tiempo esas conductas que parecen no importarles a unos cuantos que hasta las admiten, seguirán debilitando su mandato y los irán desautorizando frente a la población.

Haber sacado del poder a la cúpula del PLD, no ha sido para que otros con apetito repitieran lo mismo. Abinader no es Danilo, por lo que está muy a tiempo para darle un corte ejemplar al asomo de deterioro, incoherencias y deterioro al mandato democrático.

Se puede entender que el partido gobernante proviene de una cultura partidaria llamada a superarse. Pero ese es el dilema cuando se está gobernando y es que no hay tiempo para otra cosa que no sea gobernar, envuelto en una cotidianidad rutinaria o, en el mejor de los casos en una estrategia de aplicación de políticas públicas. Pero la dicotomía es que ese partido gobernante, si no se preparó coherentemente para gobernar, hará grandes torpezas y repetirá los mismos errores que combatió.
En ese espejo no debe verse la Fuerza del Pueblo. Está muy a tiempo para prepararse para gobernar. Tiene el mejor candidato, ha celebrado un excepcional primer congreso, pone en ejecución las normas y las políticas acordadas, realiza una masiva afiliación, la cual dará paso a la elección de sus autoridades internas.
En el trayecto de desarrollo como novedosa organización, deberá jugar su rol de oposición, favoreciendo al pueblo dominicano para aliviar sus penalidades en una crisis que le afecta y presionando al gobierno a tomar las medidas correctas.

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