No pronuncia discursos reeleccionistas. Cuando habla en público no hace gala de cultura política ni cita a ningún clásico. No refuta a ningún opositor, no importa quien sea ni lo que diga. No delega en nadie lo que es de su incumbencia. No ha cambiado en nada desde que lo conocemos. Todo lo que hace el Gobierno lo entrega él directamente (y ahí va implícitamente la campaña reeleccionista). Salvo Haití, no habla de ningún otro país. No proyecta afinidades ni disquisiciones ideológicas. Es un caso especial, pues no se le ve en fiestas y se dedica exclusivamente a trabajar… (Si sigue así, va a ganar).

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