¡Qué suerte!… Esa materia prima que nos regala gratuitamente el mar en grandes cantidades sirve para enriquecer los suelos agrícolas; sirve para elaborar abono para las siembras de invernaderos; sirve como insumo de algunos medicamentos; sirve para generar suelos en las zonas semidesérticas; sirve como combustible para grandes generadores eléctricos; sirve para crear un importante capítulo en las exportaciones. Hasta ahora eso es lo que se sabe. Entonces cabe la pregunta: ¿Cuándo el Gobierno dejará de lamentar que el sargazo se acumule sin remedio en nuestras costas, para emprender todo eso?… (Esperemos que sea pronto).

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