No ofende a sus adversarios. No dispara a matar con la palabra. Analiza con propiedad cada suceso que merece atención. No es figura adornada con atributos ficticios. No es orador para grandes multitudes. Hasta ahora ha sido leal a sus ideas progresistas. Y, por si fuera poco, saca tiempo en la batalla para dejar amplios testimonios escritos de su tiempo, como los que acaba de editar: “La Infame corrupción y su hermana desalmada, la impunidad” y “Danilo Medina o el caso del PLD”… Definitivamente, Guillermo Moreno merece la mejor suerte en un sistema político que sólo se desenvuelve en la banalidad y la chismografía.

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