Un arma de fuego es indispensable para el delito mayor, desde el atraco hasta el homicidio; desde el chantaje hasta la violación. Ningún delincuente, sea en solitario o apandillado, renuncia a esa herramienta de trabajo, con la que obtiene mucho más que si la vendiera, no importa quién le haga la oferta (¡Mucho menos si la quiere comprar nada menos que el Gobierno!). Eso lo saben todos los delincuentes y los policías. Entonces, ¿a qué genio se le habrá ocurrido que Luis Abinader dispusiera la comprar de las armas ilegales, en vez de incautarlas e investigarlas, como manda la ley? (¡Hay que estar vivo para ver cosas!).

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