Las críticas a los empresarios son múltiples. Nunca he entendido por qué el que da empleos, contribuye al desarrollo, paga impuestos, contribuye con las comunidades, es objeto de críticas.

Muchas veces veo cómo se deja pasar sin críticas, la abundancia que no se puede justificar, sin embargo, es objeto de cuestionamientos el crecimiento de una empresa, de un empresario que ha luchado, incluso, nos olvidamos de los dominicanos que debieron emigrar y han logrado forjar empresas o empleos y que son la piedra angular de la estabilidad de nuestro presupuesto.

Sólo imaginar por lo que muchos de nosotros debimos pasar el año pasado, frente a una crisis que nunca imaginamos, nos obligó parar de repente nuestras empresas con múltiples compromisos con colaboradores, bancos y suplidores.

El empresario es un gerente, todos hemos iniciado nuestras empresas de cero. Algunas tienen muchos años y han ido de generación en generación, lo cual es un mérito a la constancia, a los cambios de modelos económicos, a sobrevivir a las crisis internas y externas, a las presiones de las aperturas de mercado, frente a economías más grandes que la nuestra y con mercados mayores, que les permiten tener economías de escala que son imposibles en una media isla de cuarenta y ocho mil kilómetros cuadrados.

El empresario debe tener la capacidad de poner de acuerdo muchas personalidades diferentes, presentes en cada uno de sus gerentes, para que todos adopten una filosofía, una visión, una misión que permita desarrollar la empresa.

Tiene que enfrentar una de las decisiones más difíciles, que es cuando debe suspender personal. Les aseguro que las veces que me ha tocado, por una razón o por otra, son muchas las noches de desvelo.

Qué decir de los riesgos que enfrentamos en la producción o en la comercialización. Los que nos critican no saben lo que es perder un colaborador, que nada lo cubre, ni lo supera; sufrir un incendio, les aseguro que el dinero pasa a tener una importancia de segundo rango, más difícil es la recuperación y las medidas necesarias para evitar las pérdidas de empleos.

Este ejemplo que voy a mencionar, me atrevo a repetirlo sin correr riesgo de que me censuren, porque al celebrar los 35 años de Industrias Estrella, su propietario y gran amigo Manuel Estrella, decía que había quebrado tres veces y había logrado recuperarse y lo digo yo, para ser hoy una de las empresas más importantes del país.

Cuando alguien me pregunta, ¿cuál es el riesgo de ser empresario?, le digo que la propensión marginal a quebrar es un riesgo diario que sólo lo evita el acordarse de que es muy fácil gastar cien pesos, pero muy difícil ganarse diez y que hoy las redes pretenden ser implacables frente a fenómenos que no manejan y de la que todos creen ser expertos porque leemos a Google.

Recordemos que ningún empresario nace con una empresa debajo del brazo y así como Manuel Estrella contaba públicamente su historia, hace unos días un gran amigo, que no puedo mencionar su nombre, hoy dueño de una gran empresa, me cuenta que iba a su trabajo en carro del transporte público, que su empresa arrancaba cuando recibía una orden y entonces llamaba a sus colaboradores para trabajar ese día. Después con mucho esfuerzo pudo comprarse una pequeña camioneta usada y con el ahorro de los beneficios y una gran austeridad, logró una gran empresa presente en todos nuestros hogares.

Así podría cansarme de contar miles de historias de éxito y también dolorosamente de otras que no han logrado sobreponerse a las crisis.

Ahora, peor es cuando a un empresario se le ocurre participar en la vida pública. Ya nadie se acuerda de su éxito como empresario y Dios lo libre de las pirañas de algunos medios de comunicación o de políticos o profesionales de cualquier tipo, frustrados por no haber tenido éxito o haber podido cumplir con su deber.

Esa es la historia de miles de nosotros, el atrevimiento de participar en política nos convierte en objetos de críticas, que no se hacen a los políticos que se las merecen. No podemos tener un interés genuino por el país.

Tenemos que oír críticas de muchos que sí han ido al servicio público a servirse. Escuchar a sindicalistas millonarios, capaces de construir metros o teleféricos o enganchados a senador, pontificando de cómo se deben hacer las cosas.

Cuando estén leyendo el artículo y se pregunten los motivos, les diré que entre otros se debe a las críticas de un galeno a una de las figuras políticas más importantes, que decía que “frente a la salud no podía estar una empresaria”.

Mi respuesta al galeno, que no conozco ni su capacidad ni su talento, es decirle, que un buen gerente es aquel que no lo sabe todo, pero su gran talento es rodearse de las personas más capacitadas.

¿Usted opina que esa empresaria, que hoy, sin necesidad, dedica horas incansables al servicio público, no es buena gerente? Sólo le pido que mire las cifras de vacunaciones que llevamos y las compare con las de otros países, y espero que, al igual que todos, pueda sentirse feliz de que ¡República Dominicana va delante! Y que pronto, con usted o sin usted, saldremos triunfantes de esta enorme crisis que tanto nos afecta.

Las críticas, cuando son con buena intención nos ayudan a crecer, cuando las mismas carecen de fundamento, oídos sordos.

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