Crear una empresa no se trata simplemente de querer volverse rico o de tener un gran imperio que nos permita obtener todos los bienes materiales que siempre soñamos o deseamos tener. Se trata de poder generar las condiciones adecuadas para lograr nuestros propios objetivos de bienestar, pero sobre todo de crecimiento familiar y de satisfacción personal. Emprender significa dar lo mejor que tenemos como personas para construir un futuro compartido con la familia y con la sociedad.

Es indudable que hoy en día existen cientos de espacios en distintos medios de comunicación (radio, televisión, revistas e internet), dedicados a la difusión de la cultura del emprendimiento, sin embargo, una realidad que no podemos ignorar es el hecho de que todavía no se ha logrado como sociedad alcanzar un nivel de madurez que nos permita ser conscientes de la importancia y la trascendencia de lo que significa convertirnos en emprendedores-empresarios creadores de negocios y de nuevas empresas.

Se tiene la creencia de que para emprender y poner en marcha un proyecto propio, existen muchas dificultades que impiden que los emprendedores den el siguiente paso, algunas de ellas son:

  • Que un emprendedor debe ser joven de edad.
  • Que ser empresario es sinónimo de millonario.
  • Que para poner en marcha un negocio propio se necesita mucho dinero.
  • Que se necesita nacer en una familia de empresarios para ser   emprendedor.
  • Que un emprendedor necesita dar con el negocio de su vida en el primer intento, cosa que no es cierta, un emprendedor intenta muchos negocios antes de encontrar el negocio de su vida.

Lo que nos está faltando es aprender a enfrentar los “fantasmas” de nuestros miedos y seguramente muchos se preguntarán: ¡Miedos! ¡Cuáles miedos!, la respuesta está en algunos de los siguientes:

  • El miedo a la crítica

¿Cuántas veces hemos dejado de realizar algún tipo de proyecto personal por no enfrentarnos a las críticas de las personas que nos rodean? Desafortunadamente, muchas veces los emprendedores dejan de poner en marchas sus sueños y sus anhelos porque generalmente los familiares y amigos más allegados a ellos son los primeros que ponen barreras psicológicas para frenar esa decisión de independizarse y trabajar por cuenta propia con la intención de construir un patrimonio y tener libertad financiera e independencia laboral; esto se debe a que la visión externa de familiares y amigos difiere con respecto a la del emprendedor y por lo tanto a través de la crítica sus allegados cercanos y no tan cercanos expresan sus propios temores y frustraciones.

  • El miedo a equivocarse

Dicen que a nadie le gusta equivocarse, y esta frase encierra mucho de verdad a la hora de emprender. Es innegable que a nadie le gusta equivocarse, sin embargo, es un hecho real que para poner en marcha un proyecto, independientemente de la naturaleza y características que este tenga, siempre lleva un riesgo inherente de fracaso a la propia naturaleza del proyecto mismo.

Los verdaderos emprendedores son individuos que logran superar este miedo al fracaso e incluso están dispuestos a aprender de sus errores con la firme convicción de obtener los resultados esperados.

  • El miedo al éxito

Esta frase suele ser controversial a la hora de mencionarla, ¿Cómo el éxito puede ser un miedo para alguien? Aunque parezca modo de mentira, al paso del tiempo se ha descubierto que las personas “comunes y corrientes” le temen al éxito, la pregunta es ¿por qué?; la respuesta es relativamente simple… porque las personas le temen al compromiso que significa tener éxito. Generalmente el éxito trae como consecuencia convertirse en un “ejemplo a seguir” en ser ese “alguien” al que muchos aspiramos ser, es una cuestión de percepción humana, pero sobre todo de compromiso, compromiso a ser constantes, a ser honestos, a ser ciudadanos que predican con el ejemplo, a creer en lo que hacemos y en lo que nos convertimos frente a los demás.

Una realidad es que los emprendedores han existido siempre, solo que antes no se reconocían como tales y aquella persona con iniciativa, con elevada autoestima, dispuesta a correr riesgos, líder, autodisciplinada, automotivada que decidía poner en marcha su idea de negocio, mucha gente la veía como “suertuda” o como “loca”, pero no es así, en realidad, era un emprendedor, alguien dispuesto a hacer realidad sus sueños y de esforzarse hasta alcanzar sus más grandes anhelos. Ser emprendedor tiene mucho de romanticismo, y a su vez cumplir con una misión de vida.

En la actualidad, esta decisión es más consciente, pero no menos importante, afortunadamente, cada día más personas deciden iniciar un negocio propio, pero no es suficiente, ¡hace falta más! Necesitamos que más dominicanos rompan sus paradigmas y tomen las riendas de su destino emprendedor y decidan pasar de tener una “idea de negocio” a tener “una empresa”, eso es lo que República Dominicana necesita, más y mejores empresas. Las condiciones si bien es cierto están dadas, hay información, hay formación, hay políticas públicas, falta la decisión de más y mejores emprendedores.

“Es tiempo de emprender”, es tiempo de dejar atrás los pensamientos que nos impiden hacer lo que realmente soñamos, es tiempo de dar a nuestro país mejores condiciones de autoempleo y de vida, es tiempo de que el mercado tenga más opciones innovadoras de bienes y servicios que satisfagan sus necesidades, es tiempo de que los dominicanos nos asumamos como emprendedores, sin miedo y con toda la voluntad de enfrentar los obstáculos que seguramente tendremos que enfrentar, porque como decía un antiguo comercial de televisión cuya frase se hizo famosa en la década de los 80’s, “Si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente…cualquiera las haría”. Dominicanos no somos cualquiera, ¡somos una raza única, fuerte, guerrera, luchadora y que ha llegado el momento de enaltecer nuestro espíritu emprendedor y construir juntos la República Dominicana que soñamos!..

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