Cada Semana Santa escribo sobre las enseñanzas de Jesús, la vigencia de su ejemplo y la necesidad de llenar nuestros corazones de su amor y su misericordia. Y esto así, porque en esta semana se recuerdan los últimos días de la presencia de Jesús en la tierra, en su condición de Hombre-Dios. Es un buen tiempo para hablar de Jesús, el hijo de Dios que vino al mundo para pagar por el pecado de todos nosotros y rehabilitar nuestra relación directa con el Creador, y así alcanzar la salvación y vida eterna.

En los actuales momentos la humanidad vive una situación que nunca antes había transitado. El coronavirus y sus consecuencias en todos los órdenes han transformado la cotidianidad de todos. Ha multiplicado el temor, la impaciencia, la frustración, ha herido casi de muerte a la esperanza y mantiene a muchos en zozobra. Justo en momentos y situaciones como estas, es que Jesús se convierte en el único y verdadero camino para tener fe, llenarnos de esperanza, mantener la alegría y vencer todas las dificultades.
Hoy más que nunca Jesús es nuestro refugio y fortaleza. Nuestro pronto auxilio, sin importar cuál sea nuestra situación. Si tenemos o no covid, si hemos perdido algún familiar o amigo, si tenemos o perdimos nuestros empleos, si somos empresarios con deudas o al borde de la quiebra, si tenemos problemas en nuestros matrimonios, si tenemos conflictos con nuestros hijos, sin importar cuál sea nuestra situación, Jesús es la solución, es el sustento, es la fe y es la esperanza.

En estos tiempos de tanta incertidumbre, es bueno que en medio del descanso, de las visitas a las playas o los viajes al exterior, tomemos un momento para buscar a Jesús, para valorar su ejemplo y entrega por todos nosotros, para reflexionar sobre sus enseñanzas y su vigencia en esta nueva realidad. Por eso, nuevamente quiero hacer una reflexión sobre las principales enseñanzas de Jesús y su impacto en los difíciles tiempos que vivimos.

Amor a Dios y al prójimo

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Mateo 22:37-39

Esta primera gran enseñanza de Jesús está siendo muy poco aplicada en estos tiempos. Mucha gente se aleja de Dios, no lo busca con amor y con devoción, para luego culparlo de las cosas malas que le suceden. Y si no aman a Dios, mucho menos aman a su prójimo, a las personas que les rodean.

Hoy se quieren aprobar leyes que violan los preceptos bíblicos y las orientaciones de Dios, quieren hacer legal el matrimonio entre dos hombres o dos mujeres, quieren hacernos ver que el aborto es un derecho de la mujer y no un crimen contra un indefenso bebé que no es responsable de haber nacido.

El perdón

“Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que les aborrecen, y oren por los que los ultrajan y los persiguen”.

Mateo 5:44

El perdón es una de las grandes enseñanzas de Jesús, que para muchos es muy difícil de implementar. El mundo de hoy está lleno de odios y de rencores. Nadie quiere perdonar a los demás, todos quieren venganza total y cruenta. Cuando alguien nos hace algo, incluso hasta en muchos cristianos, el primer pensamiento es devolver el golpe que nos han dado. Y Jesús nos llama a perdonar. Sin importar lo que nos hagan. Todos los días debemos perdonar. El perdón limpia nuestros corazones y nos convierte en verdaderos cristianos.

Servir a los demás

“ … el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos…”

Marcos 10:43-45
En este tiempo, la solidaridad y la entrega por los demás es tarea de cada día. Y eso nos enseñó y siempre practicó Jesús.

La vida de Jesús estuvo llena de servicio y ayuda a los demás. Realizó decenas de milagros, levantó muertos, hizo que ciegos vieran y cojos caminaran, sanó personas, liberó demonios, dio alimentación a miles, liberó mujeres condenadas, y siempre su mano solidaria y su ayuda desinteresada estuvieron al servicio de los más necesitados.

La humildad
“Y todos sírvanse unos a otros con humildad, porque Dios se opone a los orgullosos pero muestra su favor a los humildes”.
1era. de Pedro 5:5

La humildad es bendecida e impulsada por Dios. Jesús es el mayor y mejor modelo de humildad en toda la historia de la humanidad. Ser humildes es saber valorar a los demás y no sentirnos nunca por encima de nadie. Es actuar acorde a las enseñanzas del Gran Maestro, que entregó su vida por nosotros y que recordamos con mucho amor en esta semana.

Reflexión final
La mejor reflexión que podemos hacer en este tiempo y siempre, es ser imitadores de Jesús, ser sus discípulos en cada una de nuestras acciones diarias. Debemos amar a Dios con nuestra alma, corazón y mente. Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Practicar el perdón de manera permanente. Servir siempre a los demás y practicar la humildad con sinceridad y en todas las circunstancias. Esa es la mejor manera de ser hijos de nuestro Dios Todopoderoso y coherederos de la gloria junto con Jesús.

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