No quiero -¡Dios me libre!- descalificar ninguna encuesta aunque proyecte lo contrario a mi simpatía partidaria. Sin embargo, hay que subrayar que una encuesta política, por encima de cualquier rigor científico-metodológico, es una fotografía de “un momento” y que no siempre acierta, pues hay unos aspectos o variables imponderables que no siempre son parte del relato periodístico o cotejo de cómo se presenta al público.

Para mí, ningún estudio de mercado político-electoral que quiera medir simpatía, posicionamiento o intención de votos en esta coyuntura -de volatilidad electoral-perceptiva- no estará sustentado de certeza, sencillamente porque contrario a otro proceso electoral este -el actual- se está escenificando, de alguna forma y alta proporción de la oposición, en el campo virtual de redes sociales, percepción-condicionada, guerra de noticias falsas y protestas indignación de segmentos poblacionales –clase media y alta (reacios-repelentes a políticos y a no dejarse usar: si no pregúntenles a Luis Abinader y Leonel Fernández)- bien específico, mientras que, el grueso de la población, llámese sectores populares, se debate en el día a día; pero con el vaso a medias: estancias infantiles, subsidios gubernamentales, cobertura cuasi-universal de salud, política de préstamos a la pequeña y mediana empresa, tandas extendidas –con desayuno, comida y merienda-, reactivación de la producción agrícola-agroindustrial, empoderamiento y atención a franjas poblacionales rurales marginadas, emergencia 911, seguridad vial, estabilidad macroeconómica y liderazgo de crecimiento económico en la región. En fin, que habría que ver hasta donde lo real-tangible quedaría sepultado por bulla mediática y percepción-periodística de actores políticos disfrazados de “hacedores de opinión pública”.

Queda por ver, además, si la sociedad dominicana terminará premiando el transfuguismos y una rémora del trujillismo –los Vincho- en alianza con el PRM (lo que el Presidente, en su momento, llamó: “alianza de macos y cacatas”).

Pero además y desde otro ángulo sociológico, uno de los dilemas de esta coyuntura electoral esta peligrosamente planteado -porque así lo han diseñado-planificado la “alianza de macos y catatas” (Abinader-Leonel-Vincho)-: un duelo electoral de fragmentación de clases –clase media y media alta versus sectores populares-. Falta por ver, ahora –en marzo y mayo-, si los sectores populares, pequeños productores, Amas de casas y campesinos-provincias –los mayores beneficiarios sociales de este gobierno-, en las urnas, se dejan arrebatar la continuidad de lo que tienen… (Que garantiza Gonzalo-Margarita).

Finalmente, si algo arroja, con certeza, la más reciente encuesta Mark-Penn es que, efectivamente, el PLD y aliados barrían el pasado 16 de febrero. Por lo mismo, comprar que Abinader cruzó el umbral del 50%, que la escogencia de Margarita no impacta o, que Abel tiene un 40%, es como hacerse Harakiri o frisar una fotografía.

¡Ya veremos…!

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