Luis Abinader llega a la Presidencia en medio de un panorama que ningún gobierno anterior tuvo que enfrentar. En el escenario que encuentra, inciden dos poderosos factores, con los cuales el mandatario ha tenido que lidiar, desde el primer día. La primera variable es más que evidente. Se trata de la pandemia y lo que ella implica en términos de crisis económica y social. Del segundo elemento se ha hablado menos, aunque constituye una realidad aún más compleja y determinante. Se trata del creciente empoderamiento de la sociedad, reforzado por la presencia, cada vez más frecuente, de las redes sociales. Es un fenómeno nacional e internacional, y Abinader es el primer gobernante dominicano que tiene que enfrentarlo desde el inicio de su gestión. Lo del empoderamiento ciudadano ha tenido sus expresiones más claras en manifestaciones masivas como la del 4% para la educación y la Marcha Verde, cada una con sus propios efectos. En cuanto a las redes, es bien conocida la incidencia que ha tenido en muchas partes del mundo. Al punto que, por esa vía, se ha logrado poner en jaque a algunos gobiernos, e incluso a uno que otro se le ha dado “jaque mate”. Aquí no ha llegado a tanto, pero su influencia es cada vez mayor.

Dos casos

Manejar esa presión de manera adecuada e inteligente es el principal desafío que se le presenta al presidente Abinader. Tiene que lograr un balance. No puede ignorar los reclamos que surgen en las redes, pero tampoco dejar que desde allí se pretenda gobernar. Hasta ahora ha tenido que lidiar con dos temas que explotaron en las redes. Con lo del Presupuesto y los impuestos, puso la reversa a tiempo. El caso Kimberly Taveras es distinto. No podía reaccionar instantáneamente anunciando sanciones o cancelando a la funcionaria, como muchos reclamaban. Las respuestas, en ambos casos, han sido adecuadas. Pero esto es solo el comienzo.

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