Hace unos días, se hizo noticia el anuncio de que se retendría a los motoristas que transitaran después de las 11:00 de la noche. Esta información trajo muchas discusiones a favor y otras en contra de la medida. Sin embargo, donde no hubo disenso fue en lo urgente de tomar acciones contra los niveles de inseguridad.

Así, si en la entrega anterior dijimos que la política de empleo era una asignatura pendiente, la segunda es la seguridad ciudadana. Durante 2022, las situaciones de violencia y asaltos estuvieron presentes en redes sociales, medios de comunicación y conversaciones a distintos niveles.

La percepción de inseguridad se vio reforzada por el boletín del Centro de Análisis de Datos de la Seguridad Ciudadana, que indica que en el período enero-marzo hubo un aumento de 5% en los homicidios, en relación con el mismo trimestre del 2021. En ese margen de tiempo, la tasa de homicidios fue de 11.2, mientras que el año anterior, en igual intervalo, fue de 11.1. En 2020 fue de 8,86 y en 2019 de 9,55. Cabe destacar que la tasa se calcula por cada 100,000 habitantes.

También conviene observar que el 52 por ciento de los homicidios se cometió con armas de fuego y 32% con armas blancas. Y en cuanto a los lugares, no fue una sorpresa que el 69% de estos haya ocurrido en la vía pública.

Nuevamente, los datos hablan de tendencias que explican por qué andar con miedo en las calles del país se ha convertido en un hábito o una moda macabra. Y claro, ninguna sociedad incrementa sus niveles de productividad o de desarrollo si la ciudadanía percibe sus ciudades como entornos peligrosos.

Se han anunciado diversos planes de desarme, de seguridad, de reformas. Sin embargo, luego de los lanzamientos, la tendencia de inseguridad sigue al alza.

2023 será complejo desde todos los puntos de vista. Por un lado, siguen las incertidumbres económicas a nivel internacional, por el otro, el contexto interno estará caldeado por tratarse de un año previo a las elecciones. Sin embargo, para el ciudadano de a pie estas variables son anecdóticas, lo único relevante es poder salir a trabajar en condiciones dignas y regresar a su casa sin miedo.

Por eso, estas asignaturas precisan de mayor inversión en cuanto a esfuerzos de todos los sectores. Y a riesgo de parecer ilusa, también es indispensable deponer un poco las armas partidistas para encontrar soluciones conjuntas a desafíos que han atacado a la República Dominicana por décadas. Sería bueno que alguna vez los colores de los partidos dejen de hacer que reprobemos en desarrollo.

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