El sistema de pensiones basado en el reparto creado por Bismark, en Alemania, hace 140 años (1881) y el de capitalización individual ideado por Piñera, en Chile, 100 años después (1981), fueron diseñados bajo el principio de la obligatoriedad de las contribuciones. En el primer modelo, el de reparto, los aportes de hoy van a un fondo que permite pagar las pensiones de quienes actualmente disfrutan del retiro. Por tanto, a nadie se le ha ocurrido la idea de solicitar al Gobierno, Parlamento o Congreso que autorice un retiro anticipado del dinero aportado al fondo de reparto. Simplemente, porque en ese fondo no hay dinero; desde que entran los aportes, salen para pagar a los actuales pensionados. Si falta algo, el Gobierno debe buscar la plata. En el segundo modelo, el de capitalización individual, al generarse un ahorro creciente en la cuenta individual de cada trabajador, brota una fuente atractiva para que políticos populistas y analistas marxistas-leninistas disfrazados de progresistas, renten el déficit de comprensión del ejército de perfectos idiotas que abundan en la geografía latinoamericana.

Hace unos días tuve la oportunidad de escuchar por la radio a Matvei Bolshevik, un analista graduado de la Universidad Rusa Patricio Lumumba y experto en las cortas y largas marchas hacia la pobreza de Lenin, Mao, Castro, Chávez y Maduro, referirse al sistema de capitalización individual como si el mismo fuese otro de los causantes de las venas abiertas de América Latina descritas por el uruguayo Eduardo Galeano. Claro, no con la escritura cuasi-poética de Galeano, sino con la simpática desfachatez del legendario Johannes Burgo, el sindicalista leninista que inhabilitaba de risa al inolvidable Freddy Beras Goico. —Esa vaina de que te obliguen a ahorrar para tu pensión es alienante. El ahorro debe ser algo voluntario. Y que cada cual pueda echarle mano a sus cuartos cuando quiera. ¿A quién se le ocurre eso de que yo no puedo disponer de lo mío cuando a mi me de la gana? Tenía que ser un burgués chileno, a quien le lavaron el cerebro en Harvard, el que se inventó la libretita y la capitalización individual. Todo lo que lleve la palabra capital, a mi me produce alergia” —afirmó Bolshevik. Cuando le advierten que, si el trabajador retira los fondos, se quedaría sin pensiones, el analista se limitó a decir que la responsabilidad del Estado es buscar donde sea y como sea los recursos que se necesitan para pagar las pensiones. Puso el ejemplo de artistas, poetas, periodistas, músicos, cantantes, pintores y humoristas que, sin haber trabajado nunca en el Estado, hoy día disfrutan de pensiones concedidas por el Estado.

El entrevistador trató de explicarle la ventaja que tiene el trabajador que cotiza en un régimen de capitalización individual. Le señaló que el trabajador se beneficia no solo de la tasa de interés más alta que puede gestionarle la AFP al consolidar todos los aportes de cientos de miles de trabajadores, sino que además, la obligatoriedad del ahorro y de reinvertir la rentabilidad obtenida en la cuenta individual, le permite beneficiarse además del interés compuesto: aquel que se va sumando a los aportes mensuales y sobre los que se van generando nuevos intereses. —¡Que va! Déjate de teoría. Pareces un neoliberal hablando. El dominicano no sabe con qué se come eso del interés compuesto —respondió Matvei.

Luego de esa antesala, ingresaron al terreno de la propuesta del retiro del 30% de los fondos de pensiones acumulados, que ha liderado el diputado Pedro Botello. —Claro que estoy de acuerdo con lo que plantea Botello —dijo Matvei. —Botello es un hombre que viene de abajo, sabe cómo piensa el dominicano, y con su propuesta persigue que los trabajadores reciban una parte importante del dinero que han ahorrado a la fecha, aunque sea para darse un gustazo —matizó Bolshevik. —En cierto sentido, Botello está presentándole al pueblo dominicano un modelo de pensiones nuevo, sencillo, y comprensible para la gente común y sencilla, en un país donde, aunque la mayoría sabe leer y escribir, una gran parte no entiende un carajo de lo que lee—indicó Matvei. —¿Y cuál es ese modelo nuevo que usted entiende que Botello está ofreciendo para sustituir el de capitalización individual que se aprobó durante el gobierno de Hipólito Mejía hace 20 años? —preguntó el entrevistador. —Oh, muy sencillo, un modelo que todo el mundo en el país entiende y conoce, el San —respondió Bolshevik. —¿El San? —preguntó el entrevistador. —Así como lo escuchaste; aspiramos a sustituir el Modelo de Capitalización Individual de Piñera, por el Modelo del San Comunitario de Botello —concluyó el experto.

Matvei deja escapar una sonrisa antes de comenzar su disertación. —El San es un sistema de ahorro comunitario que se fundamenta en las aportaciones por cuotas de todos los que forman parte de la comunidad. Estos aportes son voluntarios, no como los abusivos aportes obligatorios que exigen los sistemas de reparto y capitalización individual. Claro, si un miembro de la comunidad no aporta mensualmente al San durante el período de vigencia de este último, entonces no podrá recibir los fondos acumulados en el San —continuó Matvei. En ese momento, el entrevistador lo interrumpe. —Licenciado Bolshevik, pero entonces para que un participante del San pueda beneficiarse recibiendo los recursos acumulados en una fecha determinada, es obligatorio que cada mes haya aportado su cuota; no veo la diferencia con el reparto y la capitalización individual —cuestionó el entrevistador. —Claro que la hay. Recuerda que la participación en el San no es obligatoria, es voluntaria. El que no participa no tiene derecho a reclamar nada. El modelo del San asume que todos en la comunidad saben que es un mecanismo de ahorro efectivo, los que los motivará a participar —respondió Matvei.

—El San de Botello, tiene algunas variantes con relación a los sanes que conocemos —advirtió el experto. —En primer lugar, el aporte mensual que hace cada miembro de la comunidad al San dependerá del nivel de su salario. Hemos pensado que un aporte de 12% del salario, similar al aporte que hacen los nuevos diputados a su plan de pensiones. En segundo lugar, todos retiran del San en la misma fecha, pero en lugar de retirar el 100% de los fondos acumulados, sólo retiran el 30% de lo que cada uno ha aportado. En tercer lugar, el porcentaje de retiro del San no siempre será el mismo. Botello, el coordinador del San, tendría el mandato de decidir el porcentaje en función de la magnitud de la calamidad en la población. Entendemos que Botello es la persona ideal para actuar como coordinador del San, pues esta debe ser una persona confiable y responsable, dado que el San no será regulado por ninguna Superintendencia. Y finalmente, las fechas de los retiros del San serían de dos tipos: las variables y las fijas. En el grupo de las variables incluimos: 1) a los tres días de un terremoto grado 7.0 o más en la escala de Richter; 2) a los siete días después del paso de un huracán de categoría 3 o más; y 3) a los 15 días de haberse decretado un confinamiento debido a una pandemia; entre otras. En el grupo de las fijas incluimos los lunes correspondientes a la semana del Día de Las Madres, del Día de los Padres, de la Semana Santa y el 13 de enero, día de la Vieja Belén, con lo cual restauraríamos esta hermosa tradición dominicana que, por culpa del neoliberalismo, hemos perdido —concluyó Bolshevik.

El entrevistador, casi en estado comatoso, logra reponerse para continuar la entrevista. —Matvei, he leído que, en ocasiones, las personas que organizan el San requieren de los participantes el pago de una membresía que usualmente equivale al 10% de las cotizaciones mensuales. ¿Ustedes piensan cobrarla para cubrir los gastos de administración del San? —preguntó el entrevistador. —Eso se está evaluando; todavía no hemos determinado el porcentaje —respondió Bolshevik, con el ceño fruncido y evidentemente molesto. El entrevistador lo nota y se mueve a otro terreno. —¿Usted cree que el retiro del 30% de los fondos de pensiones es necesario teniendo en cuenta que los gobiernos de Medina y Abinader aportaron, a través de los programas Quédate en Casa, Fase, Pa’Ti y Supérate, RD$148,332 millones entre abril de 2020 y el 10 de septiembre de 2021, a lo que debemos agregar lo aportado por los gobiernos de Trump y Biden con los cheques enviados a las familias norteamericanas desde marzo del 2020, lo que ha reportado un aumento de RD$272,828 millones en las remesas recibidas por los dominicanos en marzo 2020 – agosto 2021 con relación a los 18 meses anteriores? —preguntó el entrevistador. —¡Eso es paja de coco! Por eso es que la economía sigue estancada y el consumo está todavía por debajo del nivel del 2019 —respondió Matvei. El entrevistador lo para en seco. —Señor Bolshevik, por favor, no mienta. Si usted entra al portal de la DGII verá que mientras en enero-julio del 2019 las ventas totales de las empresas ascendieron a RD$2,603,461 millones, en enero-julio de 2021 alcanzaron RD$3,039,862 millones, un aumento de RD$436,401 millones, equivalente a un 17%. ¿Se imagina el impacto de sumarle a ese incremento otros RD$216,300 millones del retiro del 30% de los fondos de pensiones? —ripostó el entrevistador. —¿Y usted cree en los datos de la DGII? ¿Usted no sabe que esa entidad está controlada por el imperialismo yanqui y la Trilateral Commission fundada por David Rockefeller? Fíjese que eso lo dirige Magín, un hombre del Departamento de Estado —suelta Bolshevik como última patada voladora. —Matvei, Abinader ganó las elecciones. Magín fue sustituido el 16 de agosto de 2020 por Luis Valdez —concluyó el entrevistador.

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