A partir del 31 de octubre Glasgow, en Reino Unido, recibirá a más de 20,000 mandatarios, diplomáticos y representantes de organizaciones; en la celebración de la Conferencia de las Partes (COP26). Se trata del mayor evento de negociación sobre cambio climático a nivel mundial; allí se reúnen 197 naciones.
Todas las voces coinciden en que la COP26 es fundamental para la búsqueda de soluciones a la crisis climática. El objetivo es impulsar acciones que limiten la temperatura del planeta en 1.5 grados.

Hay dos rasgos a destacar en la próxima Conferencia de las Partes. Lo primero es que los países tendrán que presentar avances en los compromisos asumidos para reducir las emisiones de CO2.

La segunda cuestión es más compleja. Debido a la pandemia, las misiones diplomáticas tuvieron escasas oportunidades de avanzar en las negociaciones. Así, el encuentro en Reino Unido tendrá pocos avances previos a las conversaciones.

Otro reto se presenta de parte de China, Rusia, India y Australia. Hay compromisos de reducción de emisiones que todavía no han asumido y la comunidad internacional no tiene claro si los adoptarán antes del 31 de este mes.

La gravedad del cambio climático

Desde hace más de dos décadas diversos sectores empezaron a advertir sobre la crisis que se aproximaba por el incremento en la temperatura del planeta. En la actualidad, el impacto del calentamiento global se evidencia en aspectos fundamentales del desarrollo social y económico mundial.

De acuerdo al Informe de Tendencias Globales de la Agencia de la ONU para los Refugiados, es imposible predecir con exactitud cuál será la dimensión de las corrientes migratorias resultantes del calentamiento global. Para fines del 2019, 79,5 millones de personas estaban desplazadas, de las cuales el 80 % “se encontraba en países o territorios afectados por inseguridad alimentaria aguda y desnutrición, muchos de ellos son países que enfrentan riesgos climáticos y de desastres naturales”.

En el caso de la República Dominicana los riesgos son significativos. Por un lado, se trata de una isla ubicada en la ruta de fenómenos atmosféricos continuos. Asimismo, es especialmente vulnerable al incremento del nivel oceánico a causa del deshielo del Ártico.

Las consecuencias climáticas para la isla de Santo Domingo van desde los desastres naturales vinculados a la ruta de los huracanes hasta el impacto directo en la industria turística dominicana. Asimismo, parte de la emergencia humanitaria en Haití se vincula a desastres ambientales, lo que incrementa niveles de pobreza, flujo migratorio y conflictos violentos por la escasez de recursos.

La situación supone una amenaza directa a la estabilidad ambiental, social y económica de la República Dominicana. En consecuencia, es imperante la asunción de compromisos efectivos e inmediatos.

El país se propuso reducir el 25 % de las emisiones de contaminantes antes del año 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050. Un ambicioso plan, pero insuficiente.

La República Dominicana muestra escaso progreso en las metas acordadas. Esto permite suponer que de no hacerse una inversión profunda entre sectores público y privado para alcanzar los objetivos, tanto 2030 como 2050 serán plazos insuficientes.

En ese sentido, tanto la Federación Dominicana de Municipios (Fedomu), como la Federación Dominicana de Distritos Municipales (Fedodim), recientemente acordaron impulsar políticas orientadas a la reducción de las emisiones. El paso tiene relevancia debido al alcance de los gobiernos locales en las comunidades y la movilización de acciones ciudadanas.

La COP26 supone una oportunidad para que la República Dominicana aborde la crisis climática con acciones diplomáticas, además de los compromisos asumidos. La participación del país en este evento precisa del seguimiento atento de todos los sectores. Es determinante adoptar una postura propositiva y a favor de acciones contundentes para la reducción de la temperatura global.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas