El problema de la justicia

Con motivo de la celebración del Día del Poder Judicial, el 7 de enero de este año, el magistrado presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial, doctor Mariano Germán Mejía, clamó por más fondos para tan importante poder del Estado, con la idea de que el principal problema de la justicia es, básicamente, económico.

Con motivo de la celebración del Día del Poder Judicial, el 7 de enero de este año, el magistrado presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial, doctor Mariano Germán Mejía, clamó por más fondos para tan importante poder del Estado, con la idea de que el principal problema de la justicia es, básicamente, económico.

De su lado, desde el mismo escenario, el consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Flavio Darío Espinal, manifestó que: “cuando el magistrado Mariano Germán ascendió a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, el presupuesto era de RD$3,500 millones. Para este año que recién comienza, el presupuesto es de casi RD$7,500 millones, es decir que ha habido más del doble desde ese momento a esta parte”.

Se podría deducir entonces que más que recursos existe un problema de gerencia de los mismos, en virtud del significativo aumento de fondos recibidos.

Al respecto, existen tesis encontradas entre los abogados consultados. De un lado los que entienden que los recursos no han sido suficientes y que sin recursos no puede haber una justicia efectiva y, de otro lado, los que entienden que, si bien faltan recursos, no es menos cierto que puede haber una mejor aplicación de la justicia con los que este poder del Estado recibe.

Evidentemente la justicia dominicana no tiene un problema, sino muchos. Y el económico es básico, nunca hay fondos suficientes. En un Estado con múltiples carencias como el nuestro y, quizás, con una incorrecta o no prioritaria inversión de los mismos, siempre habrá necesidades en todo el aparato estatal, no solo en “el Judicial”.

A este problema podrían sumarse muchos más, como el relativo a la formación, los jueces tienen un choque entre el garantismo que les enseñan en la Escuela Nacional de la Judicatura y la realidad conservadora que hacen suya tan pronto son fijados en un tribunal, para poder sobrevivir. En esto influyen factores como la principalía mediática de los fiscales, que procuran ganar sus procesos en la prensa y amenazan a tirios y troyanos con sus diatribas. También que, la mayoría de los jueces, les temen, como el Diablo a la cruz, a los procesos disciplinarios (y con razón). Allí no existen las mínimas garantías de una verdadera “justicia disciplinaria”.

Ahora bien, el gran problema de la justicia dominicana, el “mal de origen de la misma”, que la tiene sumida en una grave crisis de legitimidad que parece incurable, desde nuestra óptica y lo hemos escrito antes, radica en la militancia y compromiso político de quienes dirigen el “poder” judicial, que le ha impedido servir de contrapeso al poder.

Para mejorar el país se debe mejorar la justicia. Y para esto se debe variar la conformación de la Suprema Corte de Justicia, el adecentamiento debe empezar desde arriba y no habrá una justicia independiente y fuerte, mientras sus dirigentes principales –sin formación como jueces, por demás, – sean escogidos por el poder político entre sus militantes.

Una justicia fuerte e independiente nos conviene a todos.

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