El pasado 1 de julio el Partido Comunista Chino (PCCh) celebró el 101 aniversario de su fundación. Creado en Shanghái en 1921 por 58 intelectuales y activistas chinos, entre ellos Mao Zedong, es hoy una inmensa organización que cuenta con más de 96 millones de miembros y preside el destino del que actualmente es la segunda economía y el país más poblado del planeta. Más de 30 años después del final de la guerra fría y el posterior colapso de la Unión Soviética, el PCCh y el Estado que estableció en 1949, la República Popular China, siguen vigentes.

Tras haber reformado y desarrollado la economía después de 1978, de una forma sin precedentes, logrando que cientos de millones de chinos saliesen de la pobreza más absoluta para integrarse en las nuevas clases medias, hay razón para creer que el PCCh se enfrente a cualquier desafío político serio. Apoyado por la mayoría de los chinos, está aquí para quedarse y mantener su fuerza sobre el poder político.

Para comprender mejor esta profunda transformación, es necesario repasar brevemente los 101 años de historia del PCCh, comenzando por su ascenso antes de 1949.

Establecido con la ayuda de la Unión Soviética y de la Internacional Comunista de Lenin en Shanghái, la ciudad más poblada e industrializada de China, el PCCh era entonces un partido obrero que intentaba atraer al naciente proletariado chino bajo su bandera.

Pero después de que el Partido Nacionalista o Kuomintang encabezado por Chiang Kaishek tomara el control de China en 1927, el PCCh, que contaba entonces con 58.000 miembros, fue reprimido y obligado a emigrar al campo, donde decidió, en contra del dogma de Marx, elevar a los campesinos a la categoría de clase revolucionaria y privilegiar la guerra de guerrillas.

Así es como Mao, Zhu De, Peng Dehuai y otros crearon una primera República Soviética en Jiangxi en 1931, una primera experiencia estatal. Esta, sin embargo, no fue apoyada por todos los dirigentes del PCCh: por entonces otra facción, basada en Moscú en torno a Wang Ming, seguía dando prioridad a la clase obrera y a las instrucciones de Stalin.

Expulsado de las montañas de Jiangxi por el Ejército del Kuomintang, Mao y sus compañeros tuvieron que refugiarse en Yan’an, en el norte de Shaanxi, tras una larga trashumancia recordada en la mitología del PCCh como la Gran Marcha. Igual de importante es que durante la Gran Marcha, a principios de 1935 en Zunyi (Guizhou), Mao se convirtió en presidente de la Comisión Militar Central del Partido, un cargo que hasta hoy siempre ha indicado quién es el verdadero jefe en el PCCh.

Tras 1949 y la creación de la República Popular, el PCCh se convirtió en un partido gobernante de pleno derecho. Desde entonces ha dirigido el Estado. Como el PCCh ganó la revolución y liberó el país en 1949, tanto de los japoneses como de la dictadura del Kuomintang, ha tenido el mandato de gobernarlo.
El PCCh también creó una asamblea consultiva destinada a llegar a segmentos no comunistas de las élites, la Conferencia Consultiva Política Popular de China.

Entre los organismos centrales más poderosos del PCCh se encuentran el departamento de organización, encargado de la gestión y promoción de los cuadros; el departamento de propaganda, encargado de controlar el discurso y la narrativa oficiales; la comisión política y jurídica, que supervisa todos los órganos de seguridad y el poder judicial.

A pesar de sus numerosas y cambiantes iteraciones, la constitución (o los estatutos) del partido siempre se han ceñido a los principios del centralismo democrático, por ejemplo, la democracia extrapartidaria y la elección del líder.

El efecto de la Revolución Cultural ayudó a los reformistas del PCCh, dirigidos por Deng Xiaoping, ya en 1977, a convencerse de que sin reformas económicas y gubernamentales decisivas, y sin estudiar Occidente y acercarse a él, China no podría desarrollarse ni convertirse en una gran potencia.

Durante los años ochenta, China envió a estudiantes a Europa, Japón y EE.UU. el PCCh reclutó a muchos miembros y cuadros más jóvenes y educados, y adquirió experiencia en ciencia, tecnología, etc.

Al final de la guerra fría, el PCCh ha estado en permanente evaluación del colapso de la URSS, estudiando cuidadosamente lo que había provocado la destrucción pacífica del régimen soviético, que sigue viendo como un desastre, con el claro objetivo de evitar un destino similar.

Como resultado, el PCCh ha seguido reclutando y promoviendo a miembros más capacitados, sobre todo entre licenciados universitarios, ingenieros, científicos y directivos. La afiliación aumentó entonces hasta los 66 millones, superando por primera vez el 5% de la población.

Con la llegada al poder de Xi Jinping, en 2012, la República Popular China ha entrado en una nueva etapa, sustentado su ejercicio de gobierno en la fortaleza de su liderazgo, parecido al rigor del liderazgo del camarada Mao y Deng Xiaoping, el líder político que emergió como dirigente supremo del país tras la muerte de Mao (en 1976), y que fue el gran motor de la era de la reforma y apertura al exterior.

En sus relaciones con el exterior China ha adoptado una política correcta y bastante defensiva en dejar clara su bien ganada posición en el complejo escenario mundial. Al respecto China se consolida como una gran nación que se constituye en referente importante en el mundo de hoy, que le reconoce su condición de superpotencia mundial, económica, política y militar, lo que le coloca ante enfrentamientos cada vez más agudos con los Estados Unidos y sus aliados.

Con Xi Jinping se ha ampliado el combate por erradicar la corrupción y luchar contra la fragmentación del poder, incluso en la cima del partido: el Comité Permanente del Poliburó, de nueve miembros. En 2012, este órgano se redujo a siete miembros y los poderes del secretario general se ampliaron mediante la creación de nuevas comisiones centrales del PCCh y la dirección de pequeños grupos, por ejemplo, sobre seguridad nacional, ciberseguridad y sobre la profundización de las reformas generales.

En el mismo lapso, Xi ha reforzado los criterios de selección de nuevos miembros del partido. Entre 2012 y 2020, la afiliación solo aumentó de 82 a 92 millones (6,6% de la población). Asimismo, Xi ha estado promoviendo la “democracia consultiva” (xieshang minzhu), un nuevo método para que el PCCh se mantenga a la vanguardia, anticipe las necesidades de la sociedad y se adelante a sus quejas.

Tras el XIX Congreso del PCCh de 2017, Xi dirigió nuevas reformas a la Constitución del Estado para garantizar mayor consolidación de las decisiones políticas del Partido y mejores beneficios de desarrollo integral de la población.

El PCCH ha traído prosperidad y estabilidad, ha mejorado paso a paso su capacidad de gobierno, ha modernizado un sistema legal que imparte justicia con mayor frecuencia para casos no políticos, ha potenciado el país económica, diplomática y militarmente, fomentando el patriotismo y el orgullo de ser chino. La reciente pandemia de Covid-19 ha demostrado, una vez más, la capacidad del PCCh para gestionar las crisis, al movilizar no solo a todos los órganos del gobierno, sino también a sus filas, y volver a poner rápidamente la economía en marcha, antes que la mayoría de los países.

Con presencia en el mundo de hoy, en un entorno geopolítico complejo, con señales de alarma nuclear, China está llamada a contribuir para consolidar la paz mundial y avanzar en el camino de la recuperación total de las economías mundiales para seguir creciendo y reducir los altísimos niveles de desigualdad que afecta a las economías, principalmente a las emergentes.

En este contexto, y afirmando que ha sido un hito de los más significativos del mundo, la fundación de la República Popular China, guiada por el poderoso Partido Comunista, que transformó una economía semifeudal en una de las economías mas avanzadas y poderosas del mundo, es de trascendental importancia que el PCCh inició la celebración de su XX Congreso Nacional el pasado domingo 16, donde se propone aprobar importantes decisiones políticas que le conducirán con certeza y seguridad en el camino que le ha llevado a alcanzar la categoría de superpotencia, y que cuenta con los más avanzados niveles tecnológicos y de conocimiento en todo el mundo.

Auguramos los mejores y mayores éxitos a este Vigésimo Congreso, del cual, con estos antecedentes y actualidades, no tenemos dudas de que sus conclusiones serán beneficiosas hacia dentro y fuera de la República Popular China.

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