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Comienza hoy y se extenderá hasta el 30 de noviembre, con el pronóstico de que será “casi normal” en el Atlántico, la temporada ciclónica, para la que se han anunciado de 12 a 17 tormentas con nombres, de las cuales entre 5 y 9 se podrían convertir en huracanes.

Para este año, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, vaticina un 40 % de probabilidades de una temporada casi normal, un 30 % por encima de lo normal e igual porcentaje de probabilidades de una temporada por debajo de lo normal.

En realidad, se trata de una primera predicción, porque este mes habrá un nuevo modelo de observación de huracanes que se convertiría en el principal.

Mientras que en julio la NOAA tendrá otra actualización que permitirá componer modelos de pronósticos más complejos, lo que amplía la posibilidad de contar más rápidamente con informaciones precisas para formular predicciones.

Hay que hacer constar que antes de que la NOAA hiciera sus vaticinios, investigadores de la Universidad de Colorado (CSU) pronosticaron en abril una temporada de huracanes 2023 ligeramente por debajo del promedio para la cuenca del Atlántico, con la incidencia del fenómeno de El Niño como factor principal.
Todos los años esta temporada preocupa a las poblaciones, pone en alerta a las autoridades y moviliza a las organizaciones de socorro.

Sin embargo, tiempo después todo vuelve a la “normalidad”, que implica que casi siempre se inunda la misma gente, esa misma gente vuelve a levantar las mismas viviendas precarias junto a las cañadas y la solución definitiva del problema duerme el sueño de los justos en algún despacho.

La temporada ciclónica es una catástrofe repetida que cada año deja su secuela de inundaciones, muertes, epidemias y pérdidas de cultivos, de ahí que es perentorio que todos los mecanismos para afrontar los fenómenos naturales deben perfeccionarse para preservar la vida de las personas expuestas.

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