Una noticia muy celebrada: “El Banco Central de la República Dominicana (BCRD) informa que las remesas alcanzaron su mayor crecimiento en los últimos diez años, al registrar un monto de US$8,219.3 millones durante el año 2020, un 16.0 % por encima del 2019”.
El BCRD lo explica por la continua recuperación de las condiciones económicas de los Estados Unidos (EE.UU.) luego de la reapertura, pues de ahí provino el 83.8 % de los flujos de los últimos 8 meses.

El BCRD también comenta que esos envíos millonarios están relacionados con la mejoría del empleo, pues de una tasa de desocupación de 14.7% en abril, a fin de año se redujo a 6.7%.
En particular, el desempleo de los hispanos en EE.UU. disminuyó de 18.9% en abril a 9.3% en diciembre de 2020, de lo que se benefició la diáspora dominicana, lo mismo que de la asistencia financiera brindada por el gobierno estadounidense a los desempleados, dada la alta proporción de dominicanos regularizados.

Que los dominicanos enviaran tanto dinero en unas condiciones tan difíciles provocadas por el coronavirus en el país de acogida habla de lo que somos, del sentido de solidaridad, de los vínculos que mantienen con su tierra. Y no recordaremos las razones que los empujaron a la migración.

Vemos las cifras extraordinarias, en un país lastrado por la COVID-19, tantas personas que desde marzo quedaron sin empleos, con dramáticos sufrimientos, muchos perdieron la vida, como miles de norteamericanos.

Pese a todo, se quitaron parte de lo que podían llevarse a la boca para compartirlo con su gente de aquí, que también empezaron a vivir momentos difíciles por la pandemia.

Son dólares del sacrificio, del dolor, de lágrimas. Son seres extraordinarios que dieron todo cuando era mucho más difícil hacerlo.

Las cifras son grandiosas, un 16% por encima de 2019, el mayor crecimiento en los últimos diez años. Pero cada momento, cada decisión de enviar algo a un pariente, a un amigo, constituyó un acto profundo de amor, de generosidad inconmensurable.

Los dominicanos son, por más que se diga, seres excepcionales, profundamente unidos a sus orígenes, a sus familias, a su gente. Esos que residen en el exterior son verdaderos héroes de la República.

Merecen un reconocimiento eterno.

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