Parece que nadie repara en el valor de uso de las circunvalaciones de Santo Domingo y Santiago. Ambas constituyen una vía para trasladarse con mayor rapidez a importantes destinos. La de Santiago tiene una mayor demanda que la de Santo Domingo, pero ambas son poco utilizadas por los transportistas y automovilistas.
Algunos ciudadanos se quejan del costo de los peajes, que para los automovilistas puede resultar en un caso hasta en RD$300, si se viaja desde Haina o San Cristóbal con destino a Samaná a través de la circunvalación Juan Bosch. Ahora la Asociación de Industrias de la República Dominicana sostiene que efectivamente la densidad de uso es baja, y lo atribuye al precio de los peajes. Quieren que los bajen hasta un 50%.

Obviamente, todo eso es relativo y discutible, pero de lo que no hay duda es que efectivamente, la demanda es mínima y hasta ahora no cumple el propósito de disminuir el peso del tránsito en las dos principales ciudades.

Imaginamos que las tarifas fueron establecidas en base a un análisis riguroso. La relación entre el costo en tiempo y combustible en una u otra opción: circunvalar o atravesar las ciudades.

Probablemente muchos potenciales usuarios desconocen la oportunidad que representa. El Estado no ha hecho una promoción efectiva en esa dirección. La publicidad sobre la misma estuvo orientada a resaltar su dimensión como megaobra, más no sobre su valor como expreso.

Tampoco el Estado ha hecho la debida diligencia frente a los grandes transportistas acerca del valor de las circunvalaciones. Y menos se han establecido reglas sobre destinos. Si un camión viaja desde Santiago hacia San Pedro de Macorís, o desde Santo Domingo a Puerto Plata, debería estar provisto de una carta de ruta que implique el uso obligatorio de las circunvalaciones para forzar el descongestionamiento urbano.

En fin, abiertas las obras, procede que haya una política de promoción sobre el valor de su uso. ¿Cuántos saben, por ejemplo, que desde Arroyo Hondo se viaja a Samaná sin atravesar el Gran Santo Domingo?

También debe haber reglas sobre destino y tipo de vehículos, lo que contribuiría a impulsar su explotación.

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