Arribamos al mes de diciembre, el último del año, el que por tradición es sinónimo de alegría, de compartir en familia y de fiestas, menos opacado que en 2020 y 2021 por las limitaciones de la pandemia de la COVID-19 y por los días del toque de queda.
¿Recuerdan esas restricciones? Fueron de tal magnitud en 2020 que hasta el último momento estuvo pendiente saber si la tradicional cena se convertiría en almuerzo, mientras que resultó prácticamente imposible esperar en grupos, como es costumbre, el “cañonazo” que da la bienvenida al nuevo año.
Cada cual se las ingenió entonces para celebrar a su manera y a su medida, pero para este diciembre apunta a que será diferente pese a que el coronavirus amenaza con asomar nuevamente la cabeza.
Es época de celebración, aunque también un mes de tragedias en el que se registra el mayor número de víctimas fatales por siniestros en el tránsito, por imprudencia y desenfreno de conductores y de gente que desprecia la vida.
Pero es el mes más singular por encerrar fechas significativas que se aguardan con emoción, como Nochebuena y el día 31, a la espera del año que comienza.
Los dominicanos ausentes regresan del extranjero deseosos de compartir con los suyos, de pasar unas festividades al calor de la familia y lejos del frío que se apodera del paisaje en Europa y EE.UU.
Mientras se acrecientan las expectativas de cosas buenas y nuevas, hay una mayor circulación de dinero por el sueldo número 13, bonificaciones y programas especiales, tanto del Gobierno, que ya lanzó su “Navidad del Cambio”, como del sector privado.
La esperanza nuestra como diario es que, con respeto a las creencias y derechos de cada quien, se haga este mes una celebración con apego a la tradición cristiana al conmemorarse el período de advenimiento del niño Dios, que llegó a este mundo sin ostentación, en un pesebre, símbolo y mensaje de la humildad.
También aconsejamos estar lo menos posible en el “medio”, ahorrar los chelitos extra y, en sentido general, actuar con prudencia y evitar los excesos.
