Es la víspera del nuevo año, 2021, período que deja atrás el funesto 2020. Un millón 77 mil personas fallecidas en todo el mundo, entre ellos 2,409 dominicanos. Y los afectados ya son más de 80 millones. 169 mil 579 dominicanos igual afectados por la COVID-19.
Es la secuela más terrible, sin considerar el impacto económico, social, sicológico… ¡Cómo ha modificado los hábitos y costumbres a nivel individual, familiar o colectivo! Nadie exagera cuando dice que la pandemia lo cambió todo.
La humanidad, como siempre, trabaja para superar tanto pesar, y antes de que termine este fatídico 2020, ya ha logrado preparar varias vacunas, tres en Occidente, una en Rusia y varias en China. Sin embargo, el inicio de un nuevo período no significa que se pueda cantar victoria. La marcha por la vida será larga.
Lo fundamental es que a pesar de las caídas, las dolorosas pérdidas, las naciones prosiguen bajo las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que superando los absurdos ataques de una administración errónea del más poderoso país de la tierra, es el referente principal de política sanitaria.
Los dominicanos, entristecidos por las estrecheces económicas, por las limitaciones del distanciamiento inevitable, no tenemos más alternativa que hacer lo adecuado para evitar más pérdidas y sufrimientos.
Durante las fiestas de Nochebuena y Navidad hubo un desbordamiento de amplio alcance que condujo a la situación actual: un rebrote de la COVID-19, que impone la adopción de un paquete de medidas.
Siendo así, es necesario apoyar los términos del decreto 740-20 del presidente Luis Abinader, en el cual traza nuevas normas de comportamiento ciudadano desde hoy y durante los primeros diez días de 2021. Persiguen preservar la salud de los dominicanos, para evitar más escenas de dolor y muertes.
De todas formas, celebremos la llegada de 2021 como una deseada antesala del fin de la COVID-19. Por nosotros mismos y por toda la humanidad.
Recibámoslo sensatamente en familia.
