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El Plan Sierra, una iniciativa cuyo origen se remonta a los finales de la década de los años 70 del siglo pasado, engendrado casi como experimento desde el Instituto Superior de Agricultura (ISA) y la Universidad Católica Madre y Maestra por académicos sensibles con el medio ambiente, se consolida y acrecienta su prestigio en el cumplimiento de su misión bienhechora.

En un mundo castigado por la depredación, donde el aumento de las temperaturas y el cambio climático y la sequía tienen entre sus causas la tala indiscriminada de bosques, entidades como el Plan Sierra merecen un reconocimiento especial por su labor sin estridencias.

La rendición de cuentas de sus realizaciones en 2022, recientemente presentada por la Junta Directiva, destaca haber plantado 2.3 millones de árboles en 24,836 tareas. Además, se reforestaron 20,000 tareas con plantaciones de bosques y latifoliadas, 4,548 tareas con café bajo sombra y 288 tareas con macadamia y frutales.

Esta entidad, que involucra a los habitantes de la zona de San José de las Matas y les enseña a vivir de los recursos naturales, calcula que con sus plantaciones, en promedio, eliminará de la atmósfera 580,000 toneladas de CO2 por año, y contribuirá a la reducción del calentamiento global, como también hará posible almacenar de forma natural 1,522 millones de galones de agua por año.

La tarea de reforestar no se agota en plantar árboles, sino que es una actividad constante que requiere de control, planificación y seguimiento, lo cual debe estar en manos de expertos para que los resultados puedan apreciarse en el tiempo.

La Junta Directiva, presidida por Manuel A. Grullón, explica también que se aumentó la capacidad de producir plantas en viveros, de 2 millones a 3.5 millones por año.

Es una buena noticia que, mientras nuestras áreas protegidas sufren el ataque de invasores que depredan sus recursos, organizaciones como el Plan Sierra se ocupen de recuperar y cuidar de nuestros bosques, lo que significa que mientras existen manos que destruyen, hay otras que trabajan silenciosamente por la preservación. Sembrar árboles es una de las mejores formas de sembrar vida.

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