El 26 de enero del 1813, martes, con la luna en cuarto menguante, bajo el signo de Acuario, durante el periodo de la España Boba, viene a la vida el padre de la nacionalidad dominicana. El Duarte, le viene por su padre, Juan José, oriundo de Vejer de la Frontera, Cádiz, Andalucía. De su madre, Manuela, adquiere el Diez, proveniente de El Seibo. Fue el cuarto de doce hijos que tuvo la pareja Duarte Rodríguez-Diez Jiménez. Era un niño cuando la Independencia Efímera de Núñez de Cáceres. Sus padres, las circunstancias de la dominación haitiana y un viaje a Europa, influyeron determinantemente en la formación de su ideario liberal anticolonialista de una República Dominicana libre y soberana. Bullía en la América hispana el afán de independencia y su patria, la nuestra, era dominada por la barbarie. Fue gestor de La Trinitaria, sociedad secreta que prepararía la conspiración libertaria, teniéndose que cuidar de otros dominicanos de otras acciones conspirativas, que no dudarían en “chivatearlo” En su primer exilio, compró armas con los recursos de la liquidación de los negocios heredados del padre. Esos pertrechos sirvieron al ejército dominicano para consolidar militarmente la gesta liberadora. ¡Oh destino! Fueron esas mismas armas las que utilizó Santana cuando Duarte entró en contradicción con él, para materializar el golpe que disolvió la Junta gubernativa presidida por Sánchez. Tras el fusilamiento de Ma. Trinidad Sánchez, de forma macabra en el primer aniversario de la independencia nacional, se sintió culpable de esa muerte y se especula que se internó en las selvas del Río Negro, en Angostura, hoy Ciudad Bolívar, en Venezuela, donde permaneció por 15 años. Murió en Caracas, el 16 de Julio de 1876 a los 63 años, y sus restos fueron traídos al país en el 1884, cuando Ulises Hereaux lo declaró Padre de la Patria junto a Sánchez y Mella. El Zodiaco, dice sobre el signo en que nació el libertador, que “la amistad, la red espiritual, la fraternidad, el amor universal el esfuerzo colectivo, las revoluciones, el altruismo, el humanitarismo, la libertad, la lealtad y la honestidad, son sus características”. Añade: “sienten una gran preocupación por el bien de la humanidad y no toleran las posturas contrarias a las causas que tanto persiguen. Los acuarios no comprenden una falta de integridad, o promesas rotas. Se recienten ante la traición o demuestran silencios profundos. A pesar de esto suelen ser receptivos a escuchar otras verdades y a aprender de los demás”. Precisamos de un Duarte de menos ofrendas florales y más ejemplos; menos etéreo y más material; un Duarte vivo, presente, activo y no de estatuas frías, para actos oficiales y espectáculos políticos. Un Duarte en cada corazón quisqueyano, sin reguetón, pero moderno, con ideario reproductor, que reviva la nacionalidad y libere otra vez a la Patria, de las brutales amenazas a la dominicanidad.

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