Desde la aparición de las primeras civilizaciones, el hombre constantemente ha buscado la manera de regirse por normas de convivencia con sus vecinos, propiciando el diálogo para resolver sus diferencias, con el objetivo de mantener la paz.
Asimismo, la práctica diplomática, una de las artes más antiguas del mundo se remonta a la antigua India, China o Egipto en las cuales se practicaba rudimentariamente tales actividades, que luego fueron refinadas e institucionalizadas en Grecia y Roma, donde los enviados se convirtieron en negociadores dejando de ser simples mensajeros, dándose su evolución paulatinamente de acuerdo con el incremento de las relaciones internacionales.

Hoy día, hasta hace unos meses, las cancillerías hacían un uso limitado de las tecnologías digitales, enfocado básicamente en las redes sociales (Facebook, Twitter,Instagram) para llevar adelante, a un costo reducido, lo que se conoce como “diplomacia pública“ , entendida como mecanismo a través del cual se procura difundir las posiciones nacionales, logrando un acercamiento tanto a los sectores gubernamentales como a las sociedades civiles de los países donde se encuentran representados e influir sobre ellos.

Particularmente, las tecnologías digitales se han venido usando como un medio de apoyo al trabajo diplomático, y de motor de búsquedas de internet para obtener información. Pues el ciberespacio es la herramienta moderna por la cual se aprovechan al máximo todas las actividades del ser humano, desde las personales hasta las de contenido más complejo, en las que están inmersos los Estados, además de plasmar la eficacia de este mundo implícito de la diplomacia virtual y más su eficacia jurídica.

En estos momentos la crisis del coronavirus ha demostrado que los servicios diplomáticos y las organizaciones internacionales se adaptaron rápidamente a las nuevas circunstancias trasladando la mayor parte de su trabajo al espacio virtual. Esa es la nueva modalidad hoy día.

Por ejemplo, la reunión del Consejo de Seguridad ha tenido lugar de manera virtual tanto en formato abierto al público, como cerrado, donde solo han participado los representantes de los Estados Miembros de la Organización. También en la Asamblea General de las Naciones Unidas el procedimiento de trabajo ha sido online y ha sido otro ejemplo exitoso de adaptabilidad y capacidad de respuesta del sistema multilateral a las nuevas modalidades.

Para concluir, la diplomacia virtual es una realidad. Ministros, diplomáticos, académicos, abogados, periodistas y ciudadanos emplean este ámbito para conseguir sus respectivos objetivos. Si el servicio exterior de un país quiere dar un paso adelante, tendrá que invertir en capacidades y destinar recursos, por eso, antes de lanzarse a tuitear, es recomendable diseñar una estrategia de largo alcance y pensar cómo la diplomacia virtual puede crear valor para la ciudadanía.

Posdata. Cuando se pierde un familiar, no hay forma correcta de superar los sentimientos de duelo. Y no hay tiempo específico para recuperarse de esos sentimientos.

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