La proclama del presidente Abinader de que “los delincuentes se entregan o se dan por enfrentados” se corresponde con este “pico” de la criminalidad que tiene a la gente impotente y a la propia autoridad desbordada, pero esa advertencia falla en algo: la delincuencia es un fenómeno que no se personaliza porque no tiene nombre ni apellido, no así los delincuentes, algunos fichados pero en las calles por deficiencia y hasta complicidad de policías y jueces. A esos malhechores conocidos se puede amenazar de las consecuencias de sus andanzas y hasta pedirles que se entreguen, pero sólo habrá resultados de cara al futuro si se pone el énfasis en la política preventiva. Siempre habrá cojera si la autoridad demuestra eficacia para castigar un delictivo, pero incompetencia para evitarlo.

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