Al margen de interpretaciones de la resolución No. 14 de la JCE, una lectura desapasionada indica que el órgano electoral realmente escuchó, reconsideró y hasta un plazo extendió, lo que habla bien porque expresa sensatez y moderación y evitó echar leña al fuego, algo muy positivo porque lo peor que podría ocurrir, luego de los traumas del 2020, es que haya sorpresas y desconfianza. Quizá el mejor mensaje que ha enviado la JCE es que ha virado sus cartas sobre la mesa y que, por el momento, no tiene marcadas. Ojalá que todos los actores hagan lo propio, y recordar el pasaje bíblico al que pretenda esconder alguna en las mangas, de que no se puede llevar brasas en los bolsillos sin que se queme la ropa.

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