Muchos en Brasil y alrededor del mundo rumian su frustración por el triunfo de Lula. Dicen que la izquierda no sirve ni resuelve, que con este resultado perdió la democracia y un largo etcétera, pero no dan visos de entender que se trata del camino que 60 millones brasileños decidieron transitar por los próximos cinco años. Para esa gente que no concibe ni acepta ni respeta la voluntad expresada en las urnas y que se resiste y cree que esos 60 millones son borregos, arriados, “millones de vacas”, pero equivocadas (como dice la ironía de Facundo Cabral), serviría de consuelo y se ajustaría a su ánimo como anillo al dedo, la parodia de Bertolt Brecht (1953): Elegir a un pueblo nuevo, y disolver al actual por terco y cabeza dura.

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