El allanamiento a la casa política del alcalde de Santiago Abel Martínez se inscribe en los excesos que se están cometiendo desde el poder, y que luego quieren enmendar. Con el mismo agredieron la imagen de ese ciudadano, y en consecuencia, su honra, aunque luego se dijera que la búsqueda no estaba dirigida contra su persona. No fue solamente el allanamiento, también la forma, con armas al aire, de diversos calibres. Las autoridades deben ser más cautelosas con esos despliegues. Se llevan de encuentro los derechos de las personas. Parece el mismo espíritu con que detienen a los violadores del toque de queda, que no son necesariamente delincuentes, sino simples incumplidores de una disposición restrictiva.

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