Cuando un amigo se va/ queda un inmenso vacío/ que no lo puede llenar/ ni toda el agua de un río. Con este estribillo, de la canción de Alberto Cortez, me permito despedir a un gran amigo, hermano y colega, cuya sincera amistad supo desbordar los límites de un amigo, para convertirlos en un vínculo divino de hermandad y comprensión.
Rafael Antonio Japa Hidalgo (René), partió de este mundo en pleno disfrute de la vida acosado por una cruel enfermedad que realmente se convirtió en catastrófica para su existencia, tronchada cuando más de él se podía recibir.

El periodista, comerciante sociólogo, relacionista y amigo fue abatido por un cáncer húmedo que le arrancó la vida dejando un vacío muy difícil de llenar en su esposa, sus hijos, familiares amigos y relacionados, pero, sobre todo, en el comercio al detalle, donde gravitó por más de tres décadas aportándolo todo en favor del colmadero y del consumidor.

Miles de detallistas hoy lloran con intenso dolor su partida, junto a su viuda Eva, sus hijas Patricia y Sheila, sus hermanos y amigos. Pero para mí, aún sigue entre nosotros, porque sus ideas, su tenaz guerra contra los abusos del poder contra el pequeño comerciante, el emprendedor y, más aún, en defecto del consumidor, continúa sin tregua en su honor.

Por más de 30 años fuimos amigos en la vida y lo seremos más allá, porque en su amistad pude encontrar valores que no se registran hoy en los seres vivientes comunes. René fue grande, un líder inolvidable en la lucha gremial, en el comercio al detalle y en otras áreas, donde jugó siempre un rol de primera línea.

Hoy se nos va René físicamente, pero su legado queda en la organización y sus afiliados, porque fue gerente y emprendedor en la Asociación de Detallistas del Distrito Nacional, varias veces presidente y en la Asociación Nacional de Detallistas en Provisiones (Fenacodep), dos veces; de la Asociación de Relacionistas y del Colegio de Periodistas. ¡Descansa en paz, hermano René!

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