Señor director. Muchas veces escuchamos decir que no hay peor cosa que lidiar con las personas, pues nadie escucha a nadie y todo el mundo tiene la razón.
Hay un fenómeno recurrente en nuestro país, y ha dejado pérdidas de vida, me refiero a las discusiones por los parqueos, en especial en los residenciales.

Si era un hecho común antes de la pandemia, ahora es del diario vivir y va en aumento de agresividad debido al cúmulo de tensiones que esta misma situación está generando entre las personas. Hay tolerancia cero en estos tiempos y más aún cuando se avecinan las fiestas navideñas y el fin de año con noticias inesperadas, como la de los tan acostumbrados bonos navideños que brillarán por su ausencia.

Los seres humanos en sentido general debemos prestarle más atención a qué le estamos dando prioridad y qué tan importantes son esas cosas en realidad, en comparación a las buenas y armonizadas relaciones interpersonales, y a la vida del ser humano y el derecho de todos de respetar las reglas y vivir en paz.

El asunto de los parqueos refleja más que nada la poca consideración y el irrespeto por el derecho ajeno, pues es una falta muy grave abusar de la bondad y decencia de las personas, o la falta de carácter de los administradores de dichos residenciales para imponer desde el principio las reglas y no permitir favores que luego traerán problemas graves, donde mayormente son inquilinos, no los dueños, los que causan atropellos a los demás.

A la hora de alquilar un inmueble se debería hacer una cláusula aparte con relación a los parqueos, donde se penalicen legalmente los excesos, pues muchos se mudan sabiendo que solo cuentan con uno y luego se hacen de otro vehículo o dos más y quieren tener parqueos para estos, y exigen como si tuvieran derecho a hacerlo, creando malestar en los demás condómines, y últimamente ocasionando trágicos enfrentamientos que podrían tener un desenlace fatal.

¿Acaso un vehículo es más importante y vale más que una vida, o las buenas relaciones con los demás? ¿Qué estamos priorizando en nuestras vidas?

Lo mejor es que esas personas abusadoras y mal geniosas, son las primeras en criticar las debilidades de los gobernantes y funcionarios, y no ven la paja en su ojo, pues ni siquiera pueden respetar y llevarse bien con los vecinos, son tiranos en pequeñas dosis, imaginemos si se ven con tanto poder en sus manos…

Revisémonos como ciudadanos, demos muestras de civismo, la vida no es una carrera sin importar a quien atropellemos para llegar, se trata de compartir con amor, tratar al otro con el mismo respeto y consideración que exigimos seamos tratados, para que no lamentemos no haber sabido establecer prioridades valiosas para la vida y la convivencia. Anécdotas tristes sobran.

Dejemos el orgullo, egoísmo, amargura e impotencia a un lado, enfoquémonos en la nobleza y bondades que habitan en el corazón del hombre, seamos empáticos y recordemos las palabras de Benito Juárez, “El respeto al derecho ajeno, es la paz”.
Idalia Harolina Payano Tolentino
COLABORADORA

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