“Voy a ver el concierto de…” me dijo una amiga; pero no fue a teatro o salón de espectáculos. Era acto virtual, “asistió” desde su casa. Sin embargo, pagó boleta, como hubiera sido en el estado anterior a la pandemia del covid-19, la normalidad que aún no recuperamos. La virtualidad, instaurada como estado de necesidad debido al nuevo coronavirus, ahora se funde –y nos confunde- con la realidad que sustituyó. Particularmente extravagante esto en cuanto al mundo artístico. Tenemos conciertos virtuales pagados; la publicidad tras ellos y la sofisticación tecnológica nos los aparecen como “reales”. Y bueno, ahora se habla de que “adaptarse” a trabajo presencial nuevamente será traumático para muchos. ¡Diantre! Seudorrealidad aniquila la realidad.

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